Es muy tentador reducir las cosas, para entenderlas. Si cada situación se reduce a sólo dos o tres posibilidades, uno enseguida sabe cuáles son las alternativas. Por supuesto, las cosas no son casi nunca tan simples.
En Argentina somos expertos en falsas dicotomías. Desde federales vs. unitarios hasta gobierno vs. campo hemos pasado por radicales y peronistas, azules y colorados, laica y libre, River y Boca y tantas otras alternativas, siempre con dos opciones que se definen porque son lo que el otro no es, una especie de aplicación saussureana del significado: "sos esto porque no sos nada de lo demás". Una vez más, no todo es tan simple.
Un amigo, ciudadano del hermano país de Chile, me dijo que en su país hay una cosa de obediencia, una especie de "vamos todos para allá". En algún punto, me dijo, esto es malo, porque si todos se tiran del precipicio, se tiran todos. Pero cuando aciertan, aciertan antes que nadie.
En Argentina hay, como una especie de extremo opuesto, disenso sistemático. Todo aquello que sea afirmado por alguien como bueno, cierto, conveniente, puede ser inmediatamente impugnado por alguien más, con la misma vehemencia y seguridad. Se apela para ello a estrategias diversas, que van desde efectivamente reflexionar acerca de lo que se está impugnando, hasta desprestigiar a la familia, el atuendo, el pasado, el trabajo o cualquier otra característica de quién afirma.
Esto es: si él dice que esto es así, yo digo que no es así. Ni siquiera tengo que decir cómo es; sólo decir que así no. Cuanto más locuazmente lo haga, mejor.
Unos borran con la mano lo que otros escriben con el codo en una especie de movimiento perpetuo que hace que lo único perdurable sea el tachón, la frenada, la enmienda, la duda. Y unos y otros van tranquilos por la vida, sabiendo que aquello en lo que acertaron servirá ahora, y aquello en lo que pifiaron será borrado por algún codo oportuno, eventualmente.
De esta manera se entienden las cosas. Si él se equivocó porque es peronista, los peronistas pierden las próximas elecciones. Y todas sus iniciativas son sepultadas bajo los escombros de su reputación, la que alguna vez lo transformó en alguien digno de respeto. Entonces es muy fácil: cuando se equivoca uno vamos con el otro, y después le decimos que vuelva, que lo perdonamos. Lo dicho: las cosas no son tan simples.
Nadie en la Varietè impugna el disenso. Al contrario, este artículo es una oda al disenso. Al disenso en serio, al que permite a un peronista no levantar la mano en el recinto, al que permite a un jugador de Boca elogiar a uno de River, al que permite estabecer consensos con base, claros y convenientes para todo el mundo. Consensos que van más allá de la coyuntura.
Brasil encontró petróleo en el 2008 ¿Sabe hace cuanto buscaban? Hace 30 años ¿Conoce usted alguna iniciativa de esa envergadura que haya durado 30 años en Argentina?
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