miércoles, 27 de enero de 2016

Poder, privilegios, utopías

Hoy es el Día Internacional en Memoria del Holocausto. No es necesario escribir respecto de semejante acontecimiento, ni aclarar que es, sin dudas, una de las páginas más nefastas y desgarradoras de la historia moderna.

El sitio Vox.com entrega, a modo de homenaje, una serie de frases de Primo Levi. De ellas, rescatamos una que, nos parece, extiende su significado más allá.

"The ascent of the privileged, not only in the Lager but in all human coexistence, is an anguishing but unfailing phenomenon: only in utopias is it absent. It is the duty of righteous men to make war on all undeserved privilege, but one must not forget that this is a war without end. Where power is exercised by few or only one against the many, privilege is born and proliferates, even against the will of power itself"

Traducido:

"El ascenso de los privilegiados, no sólo en el Lager (Campo de Concentración) sino en toda la coexistencia humana, es un fenómeno angustiante pero infalible: solo en las utopías está ausente. Es el deber de los hombres de bien el hacer la guerra a todo privilegio inmerecido, pero uno no debe olvidar que se trata de una guerra sin fin. Allí adonde el poder sea ejercido por algunos o sólo uno en contra de la mayoría, el privilegio nace y prolifera, aun en contra del poder mismo".



Una guerra sin fin.





miércoles, 20 de enero de 2016

Poliladron

Mucho se ha dicho en estos días respecto del accionar policial en conflictos sociales. A decir verdad, es un tema del que siempre se habla mucho.

Esta semana Beatriz Sarlo, intelectual autoreconocida de izquierdas, habitual columnista en La Nación y para nada identificada con el kirchnerismo, dijo esto nada menos que en el diario Clarín:

"Los piquetes no nacieron en este país porque a la gente le gustaba salir a las 10 de la mañana del fondo de Isidro Casanova para caminar hasta el centro de Buenos Aires. Iban cargando esos chicos porque había una necesidad de movilización. Es decir que, frente a grandes problemas y grandes carencias, hay una sociedad que se moviliza. La Argentina tuvo varios tipos de movilizaciones en la última década. Por un lado, la de los piqueteros, que no se resume sólo a punterismo-clientelismo. Yo marché con ellos y vi que nadie lo hacía sino por una extrema necesidad económica. Y reclamando soluciones. Algunas recibieron en estos 12 años, otras no. Después hubo otro tipo de movilización de las capas medias, lo que se conoce como cacerolazos, y, desde los años ‘70, las movilizaciones por los derechos humanos, bastante más peligrosas, y que si bien eran minoritarias, fueron crecientes. O sea que la sociedad reacciona según los sectores y las necesidades, y no hay tal cosa como “la” sociedad. La ocupación del espacio público es un derecho verdaderamente fundamental como derecho de expresión social y política, por eso a mí la frase de “así como hay derecho a ocupar el espacio público hay derecho a transitar”, me parece banal. Lo que hay en una sociedad es conflicto y hay que ver cómo la política lo resuelve" (las negritas son mías).

Se trata de una mirada interesante, que resalta algo que creemos fundamental: la ocupación del espacio público es, muchas veces, síntoma de un conflicto social del que la política tiene que hacerse cargo. Y vean que aquí incorporamos dentro de la misma categoría a piquetes, cacerolazos, etc.

Varios son los actores que intervienen en los conflictos, no sólo la policía. Pero analizamos su tarea, porque hay un elemento que nos sorprende: se entiende que las fuerzas policiales deben, o bien reprimir, o bien observar. Aclaro que no soy, ni de cerca, especialista. Pero da esa impresión.

Me pregunto: ¿Es correcta esa dicotomía? ¿O es falsa?

Hace un tiempo posteamos una serie de 9 principios escritos por la Policía Metropolitana de Londres en 1829, a propósito de desafortunadas declaraciones del entonces secretario de Seguridad Sergio Berni. Entre esos principios, el número 6 declara "Usar la fuerza física sólo cuando el ejercicio de la persuasión, el consejo y la advertencia es insuficiente para obtener la cooperación del público para restaurar el orden o conseguir que se cumpla la ley; y en ese caso sólo usar el mínimo grado de fuerza física necesario en cada ocasión para conseguir el objetivo de la policía".

A la vista de muchas imágenes de diferentes conflictos recientes (del último año, si, pero especialmente del último mes) me da la impresión de que la persuasión, el consejo y la advertencia brillaron por su ausencia. Y que el uso de fuerza física fue bastante más que "el mínimo".

En todos lados se cuecen habas

En los Estados Unidos el problema de la violencia policial es muy agudo, y suma un componente: las diferencias raciales. Muchos candidatos presidenciales azuzan estas diferencias, y reciben apoyos que en otros paises serían impensados. Por lo que el "profiling" (algo asi como "portación de cara") se vuelve un problema tremendo. 

Frente a eso, esta semana en el Late Show de Stephen Colbert entrevistaron a DeRay Mckesson, uno de los impulsores de la llamada "Campaign Zero" (Campaña Cero). Se trata de un esfuerzo para lograr reducir y eliminar la violencia policial. Desde la campaña proponen 10 soluciones, que van desde limitar el uso de la fuerza hasta aumentar y mejorar el entrenamiento de los oficiales.



Ahora bien, volvemos al pago chico ¿Podría ser que, frente a una marcha/piquete/cacerolazo/ la policía tuviese las herramientas para, en todos los casos, utilizar la no violencia como primera medida, y no recurrir a la fuerza sino en aquellos casos en los que es absoluta e indispensablemente necesario? Entiendo que en ocasiones el uso de la fuerza puede ser la única alternativa. Pero aún entonces, puede ser que se logre analizar la situación con más precisión, para no utilizar más violencia de la que cada intervención reclama.

Y hago una aclaración más: esto no es una forma de limitar el accionar policial. Se trata de adaptarlo. De modernizarlo, si quieren.

Porque, por otro lado, quienes realmente requieren del accionar policial, no suelen cortar la calle. Quienes roban y matan lo hacen fuera de la vista y, muchas veces, con la anuencia del poder de turno.

lunes, 4 de enero de 2016

Así en la Tierra como en el cielo

El capitalismo extractivista ha cruzado una nueva frontera. Bienvenidos a la "U.S. Commercial Space Launch Competitiveness Act" o "Ley de Competitividad de Lanzamientos Espaciales Comerciales".

Se trata de una ley que el presidente Barack Obama firmó el 25 de noviembre (confesión: en la Varietè pensamos en escribirlo, lo olvidamos, y hoy salió en La Nación), pero cuyos efectos se extenderán en el tiempo.

Básicamente, la importancia de la ley radica en dos cosas: Primero, el gobierno de los EE.UU. le da 8 años de gracia a las empresas que realicen vuelos espaciales sin demasiada supervisión por parte de la Administración Federal de Aviación (FAA) de dicho país. O sea, armen un cohete, enciéndanlo, y está todo bien. Solamente avisen.

Pero más grave, y el meollo de este post, es el "permiso" que la ley otorga a quienes puedan hacerlo, de buscar, encontrar y vender cualquier elemento no viviente que encuentren en el espacio. Repito: "apoderarse de recursos que pudieran encontrar en un cuerpo celeste".


Lo qué?

Me imagino a Putin, en un cuarto oscuro, con máquinas analógicas y mucho humo (Las oficinas aeroespaciales rusas son así, no Hollywood?), insultando en ruso y mandando a sus secuaces a escribir una ley similar. Y lo mismo China. Y el resto de los países con programa espacial.

Retomamos: cualquier chango que logre hacerlo puede, digamos, instalar una mina en la Luna, y sacarle un mineral que le pinte, traerlo a la Tierra y venderlo. Y dije Luna, pero puede ser asteroide, cometa, Marte, Tatooine, cualquiera. Mientras tengas las capacidades logísticas, metéle.

Uno, que apenas entiende las cosas más básicas, siente que la ley está mal, pero le cuesta expresar por qué. En efecto, EE.UU. dice que no se arroga derechos soberanos sobre aquellos cuerpos celestes explotados. Pero muchos opinan que, como las empresas están atadas a la ley estadounidense, prácticamente se trata de una apropiación.

Además, hay cuestiones relacionadas con la explotación minera que, si bien están descontroladas en la Tierra, al menos tienen activistas y funcionarios mirando y denunciando. Pero ¿que pasa si una empresa contamina la Luna? ¿O modifica el medioambiente de modo tal que lleva una bacteria que se convierte en Voltron y nos liquida a todos? Ok, quizás exagero, pero el punto se entiende.

Además, ¿soy muy pesimista o imagino posibles consecuencias bélicas? Digo, a Putin no le faltan muuuuchas excusas para enemistarse con Occidente. De repente le copás el asteroide y se arma.

Me parece que EE.UU. podría haber encontrado formas menos polémicas de fomentar la industria aeroespacial. Sobre todo, entendiendo que, en este momento, para llegar a la Estación Espacial, tienen que tomarse una nave rusa. Y que, en breve, Putin y China tendrán sus Estaciones Espaciales propias. Se me vienen muchísimos temas más a la cabeza (protocolos medioambientales, riesgos para la Tierra, derechos de quienes trabajen en esas minas).

En este link está el sitio de Planetary Resources, cuyo subtítulo es "La Compañia minera de asteroides". En el video del principio, el CEO de la empresa dice: "Nuestra meta es, nada menos, expandir la economía de nuestro planeta al espacio, accediendo a los recursos que hay en el espacio".

Un laaaargo eufemismo, no lo creen?