Un amigo me dijo que a los 30 uno empieza a tener las cosas más claras. No se si esto tenga que ver con eso, pero hay ciertos instantes en la vida que no son como el siguiente.
Acaba de pasar otro minuto mientras pienso. No otro minuto. Ése. Ese minuto me dejó más cerca de muchas cosas. Y más lejos de otras. Unas no son mejores que otras. Pero a unas las elegí.
Unos libros, unas canciones, unas compañías, unas lágrimas, unos despojos, unas decisiones, unos besos.
Todos pasaron y en 31 años mi prerrogativa sigue siendo vivir; sangrar, sudar, dudar, gritar y volver a gritar. Y que cada minuto sea lo más parecido a la vida; no a la felicidad, sino a sus caminos, sus desengaños, sus momentáneos idilios conmigo.
De eso estamos hechos. Esa es nuestra materia. Eso es lo que somos.
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