martes, 8 de diciembre de 2009

8 de diciembre

Se levantó temprano a la mañana. Imaginó a Gloria, como suponía que él lo estaría haciendo con su esposa, al mismo tiempo. Dejó sus cosas en la habitación del hotel; ya no importaban.
Salió a la fría mañana neoyorquina, sintiendo que le explotaba la cabeza, que las entrañas le ardían; que enloquecía de a poco.
Llegó al edificio. Charló con otros fanáticos. Con el portero. Incluso estrechó la mano de Sean, que con 5 años caminaba por la calle con el ama de llaves.
Seguía perdido. Trataba de dominar su impulso. Trataba de volver al hotel, pero las piernas no le respondían. Trataba de arrepentirse.
No lo hizo. Se quedó en el Dakota, e incluso llegó a estrecharle la mano. A ese que era todo lo que él debía (y no podía) ser. A Holden Caufield.
De noche, la oscuridad y las luces intermitentes le hicieron saber que su suerte estaba echada. "This is my statement", pensó. Y entonces, llegó él, de nuevo.
Casi no sintió a sus labios diciendo "Mr Lennon"; casi no le ordenó a su mano levantarse, al gatillo disparar una, dos, mil veces...

"Siento que ahora, a los 53, tengo una mayor comprensión de lo que es una vida humana, he cambiado mucho. Estoy avergonzado. Ese es mi primer pensamiento. Lamento lo que hice”.

Mark David Chapman

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