Voy a aprovechar la impunidad blogueril para hacer un breve, brevísimo comentario: Basta de hablar de Susana Giménez y sus deseos de sangre y venganza.
Todos recordamos que a Su se la suele tildar de inimputable. No tiene demasiada idea de lo que dice, nunca, e independientemente de la pretensión de encontrar dinosaurios vivos, más de una vez ha mandado fruta; caso contrario, busquen en You Tube las entrevistas a Charly García, y listo.
Ahora bien: a la mina se le salió la chaveta; OK. No midió lo que dijo, y tiene que hacerlo siempre, porque es una figura mediática, y por eso ganas las fortunas que gana, y siempre tiene que saber que no puede decir payasadas ante la cámara;OK. Dijo algo que es falso, desde la ética, desde la política, y hasta desde la economía, porque más de un estado está pensando en sacar la pena de muerte porque es más cara; OK. Pero estaba mal. Estaba triste. Y sobre todo ES SUSANA GIMÉNEZ. No le demos más importancia de la que tiene (mínima).
Mucho más preocupante es que muchísima gente le dio la razón; no solo otros impresentables (como Cacho Castaña, que sin haber sufrido la muerte de nadie mientras lo decía mandó una sarta de sandeces irreproducibles), sino mucho más grave, mucha gente común.
ESE es el dato que preocupa. Mucha gente piensa que quién mata debe morir. Mucha gente cree que ir en cana es como ir de picnic. Y por algo será.
El diario crítica publicó una nota en la que un criminalista capo decía "no se puede enseñar a no matar matando". Y es verdad. La vida se defiende por ser vida, no por ser la de un chorro, un senador o un crisantemo. Es vida. En ese contexto, cuando a alquien le matan a un ser querido, no se le puede pedir que tome decisiones. Para eso estamos los que no hemos sufrido.
Ojo, muchachos, que mientras Susana boquea, hay otros que se relamen.
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