domingo, 8 de marzo de 2009

Como armar una banda de Rock Capítulo 3

Si bien frontman y violero son los que más minas levantan y los que más crédito y popularidad reciben, el rock guarda muchas sorpresas. Una de esas es el batero. En la Varietè vamos a aventurar una hipótesis: las grandes bandas tienen el batero que necesitan.

A qué nos referimos? En general el cantante y el primera guitarra tienen ese derroche de carisma, ese (en algunos casos) exceso de protagonismo, esa habilidad para comerse el escenario, musical e histriónicamente. En esos casos, un baterista showman, un tipo que haga bungee-jumping desde la jirafa todo el tiempo, es demasiado.

Por eso el batero tiene que dosificar. Inicialmente, tiene que ser una pared de sonido. Todo lo que hagan los demás se apoya en que él no afloje, no se caiga, no se pierda. "Máquina de escupir ritmo", decían unos amigos.

Además: Ustedes se imaginan a Genesis con un Charlie Watts? A Queen con un Ringo Starr? No. Y viceversa: Stewart Copeland no podría haber tocado con The Beatles, porque se hubiese frustrado al segundo show. Los Cuatro de Liverpool necesitaban un batero “de clase turista”, porque si no era como jugar con Pelé, Maradona, Johan Cruyff y Distéfano. Es demasiado.

Entonces, es clave que el batero sea lo que la banda necesita. Que sepa cuando meter, cuando hacer show, y cuando acompañar. Un batero tiene, más que ser un pulpo, la necesidad de ser un músico.

Para ejemplificar lo que estamos diciendo, vamos a poner a un baterista de los más ruidosos de la historia. Un tipo que cambió la forma de tocar la batería en la suya y todas las bandas de rock que siguieron. Y sin embargo, era un músico, alguien que sabía como hacer que todo lo que su banda tiraba sonara a uno sólo.

Solamente por eso, le estaremos eternamente agradecidos.

Ah, no se preocupen. Antes de que termine el día se viene el Gloomy Sunday...

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