lunes, 15 de febrero de 2010

Fotos

Está siempre en la puerta de la misma empresa, frente a la Plaza. La señora del sombrero hizo de tres baldosas cuadradas el único sitio que puede llamar hogar. Allí está cada mañana.
A veces el frío la convierte en una pila de frazadas y trapos viejos, bajo los cuáles sólo se adivina su sombrero negro. Los abrigos y las bufandas le son indiferentes; ajenos.
Otras, el calor no la desabriga. Sigue con el sombrero, durmiendo en las mañanas que anticipan aire acondicionado para los más afortunados.
Las pocas veces que la vi despierta (por qué querría despertarse?) sus ojos abiertos parecen cerrados. Opacos, miran hacia un lugar que ninguno de nosotros ve.
Que bronca me causa sólo poder escribirte.

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