A esta altura ya deben haber leído todas las críticas del recital de Sabina en Boca, si les interesa Sabina. Y si no, no están leyendo esto.
Bien. Resulta muy bueno ir a ver a Sabina en diferentes circunstancias sentimentales. Resulta que, a veces, estamos exultantes, y entonces nos olvidamos del genio de Úbeda. De hecho, él se olvida de si mismo, ahora que está feliz. Cada tanto se nos cruza "A la orilla de la chimenea", y decimos 'si, muy buen tema'. Pero no lo sentimos. Y cantamos "Contigo" en la guitarra, porque a nuestro/a "significant other" le gusta.
Otras veces estamos rotos, rotos mal. Y entonces "Y sin embargo", "Incluso en estos tiempos", "Amor se llama el juego" y tantas otras vienen a apuñalarnos de frente, como todo buen amigo. A recordarnos que estaban allí, esperándo a que desmejoráramos, algo que inevitablemente sucedería. Y cantamos "Contigo" en la guitarra, porque sabemos que a nuestro/a ex "significant other" le encantaba. Pasa masoquearnos.
Y otras más, aún, estamos en medio de esas situaciones; solos y bien, que le dicen. Y entonces vienen "Pastillas para no soñar", " Delirium Tremens", "Más guapa que cualquiera", "Princesa", todas entre cervezas y amigos.
Entonces, la crítica que los expectadores esperan es la del sentimiento. Lo demás es también importante: que la vocalista nueva (muy bien Marita!), que el escenario escueto, que Joaquín gordito, que todos los temas viejos, que Panchito, que Antonio, que la Negra Sosa y los que se fueron; eso es importante. También.
Pero lo que garpa es el sentimiento. Y esto le debe pasar a todo el mundo. Y a vos?
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