Caminaba yo muy tranquilo por el andén de la estación Lomas de Zamora de la línea Roca, escuchando Divididos y preguntándome de que chica me iba a enamorar en el viaje de hoy, cuando noté que el publico femenino no era muy estimulante. Si, leyeron bien, yo vivo historias de amor platónicas en mis viajes, y me consta que no soy el único humano que lo hace.
En fin, el viaje hacia la gtan ciudad no fue gran cosa, y no hubo rapport con nadie.
Mi suerte cambió cuando, en el subte, en la linea C, vi a lo lejos una señorita de remerita rosada, que se transformó en objeto de mis miradas hasta llegar a Diagonal Norte. Una vez allí, ella fue en dirección de la línea D, en dirección norte, y yo en cambio me dirigí a la B. Por eso, cuando empecé a caminar el andén de la línea D dirección sur, indispensable para llegar a mi medio de transporte, empecé a mirar al andén de enfrente con la esperanza de una última mirada a mi ocasional y unilateral enamorada.
Sorpresa desagradable la mía cuando, en lugar de ver a mi amada, me llevé puesto a un tipo que observaba atentamente el mapa de la red. Sopresa porque ni siquiera estaba atento a lo que estaba adelante mío, y porque no me tropecé con una dama, sino con un pibe.
Moraleja: tengo que mirar menos...
1 comentario:
no, no, arturi!
el tipo con el mapa era tu amor predestinado, y lo dejaste pasar!
qué, me vas a decir que sos homofóbico ahora?
Publicar un comentario