Uno de esos días en que salgo de casa sabiendo que no va a ser fácil almorzar, que en realidad, son poquísimos. Trámites varios ocuparán el mediodía, y se que si como algo va a ser por allá, por las 14.30/15 hs.
Algunos dirán "que viejo que estás" (serán los menos, creo). Otros, que ellos siempre almuerzan a esa hora. Y otros, aún, que nunca almuerzan. Pues bien, para quién se levanta muy temprano y almuerza siempre en un horario cercano al mediodía, no almorzar puede ser un contratiempo importante.
Sólo quedaba una solución: desayunar bien.
No soy un graaaaaaaan fan del desayuno en días de semana. Desayuno tempranito los fines de semana (que viejo que estás), quizás en el balconcito si el tiempo permite, pero nada más. Incluso, hace poco leí una nota en la que explicaba por qué no es tan cierto eso de que saltearse el desayuno te va a hacer engordar, perder el pelo y hacerte hincha de Racing.
Pero claro, hoy no iba a almorzar. Algo tenía que compensar, porque una cosa es no romper el ayuno a la mañana, y otra muy distinta es atesorarlo por 18 hs.
Así que supe que iba a tener que ir a McDonald's ¿Por qué? Bueno, la mayoría de los cafés cercanos a mi oficina abren después de las 8 AM, horario en que un servidor debe estar ya paleando sal de las minas. A las 7.30 aprox abre Starbucks (mmm) y antes que eso, los arcos dorados o nada. Si, hay cafés abiertos desde antes, pero no me puedo llevar el cortado y el platito enlozado con 2 medialunas. El mozo se enojaría. (Lo que digo es, pongan una cafetería con café para llevar zona San Telmo que abra 7 AM. De nada)
Así que llegué a la casa de Ronald y vi que había dos colas de aproximadamente 6 o 7 personas. Recuerden, antes de las 7.30, viernes, febrero. 14 personas esperando ser atendidas. Extraño.
Esperé mi turno, y cuando llegué, pedí. Luego entregué mi tarjeta, que la señorita de la caja recibió. Pasó la tarjeta, e inmediatamente supe, por su expresión, que no iba a poder desayunar.
Me miró como si le hubiese pedido la resolución al Ultimo Teorema de Fermat. He aquí el diálogo:
- Mmmm, no, no pasa.
- ¿Algún problema con la tarjeta?
- No, pasa que es sólo efectivo
- ¿Sólo efectivo?
- Si, porque recién pasé otra tarjeta y no anduvo. Creo que estamos sin sistema
- ¿CREES que están sin sistema?
La chica sonrió porque se dio cuenta de que la situación era ridícula. Y luego se puso seria cuando, caballerosamente, expresé mis dudas respecto de la competencia de los integrantes del staff laboral del establecimiento.
Lo que digo es: ¿McDonald's sólo efectivo? Y 14 personas esperando? Quizás es nuestro momento para atacar, compañeros, ahora que el sistema parece, de a poco, estar debilitándose...
viernes, 27 de febrero de 2015
martes, 24 de febrero de 2015
Lo primero es lo primero
Hace como un mes que no escribimos, y para que no extrañen, volvemos.
Nos preocupa lo siguiente: supongan que un amigo de ustedes, o un hermano de ustedes, se pone a salir con una señorita, y esa señorita está buena. Pero no pedestremente buena. "Angel de Victoria Secret" buena, "Tapa de Sports Illustrated" buena, "Novia de Di Caprio" buena (vieron las novias que tuvo ese muchacho?). Indudablemente buena.
Consideramos aquí, luego de un largo debate, que aquello que demuestra valor, códigos, integridad, bonhomía y habilidades motivacionales, NO es decir "para mi es un hombre", sino que es decir "Está superbuenísima, pero es la novia de mi amigo/hermano".
Explicamos.
El "para mi es un hombre", si bien puede parecer lo mismo, no lo es, puesto que le saca el componente de respeto. Le saca esfuerzo. Si la mina es un hombre, y a vos no te gustan los hombres, no hay esfuerzo en no desearla. La cosa es meterle garra y reconocer que el elemento fundante, la cláusula gatillo que se activa, es que la amistad/hermandad es lo más fuerte, no importa cuán ídem esté la señorita en cuestión.
Entendemos también que muchos, al decir la primera, quieren decir la segunda de las frases. Pero eso tampoco es saludable. El amigo/hermano debe saber que nosotros creemos que su novia está fuerte, por lo que, al negarlo, nos convertimos en sospechosos. En cambio, cantamos la justa, expresamos admiración, y anteponemos a todo la solidez de nuestra hombría de bien.
La Varietè, como siempre, apuntando a los temas que marcarán el futuro de la humanidad.
Nos preocupa lo siguiente: supongan que un amigo de ustedes, o un hermano de ustedes, se pone a salir con una señorita, y esa señorita está buena. Pero no pedestremente buena. "Angel de Victoria Secret" buena, "Tapa de Sports Illustrated" buena, "Novia de Di Caprio" buena (vieron las novias que tuvo ese muchacho?). Indudablemente buena.
Consideramos aquí, luego de un largo debate, que aquello que demuestra valor, códigos, integridad, bonhomía y habilidades motivacionales, NO es decir "para mi es un hombre", sino que es decir "Está superbuenísima, pero es la novia de mi amigo/hermano".
Explicamos.
El "para mi es un hombre", si bien puede parecer lo mismo, no lo es, puesto que le saca el componente de respeto. Le saca esfuerzo. Si la mina es un hombre, y a vos no te gustan los hombres, no hay esfuerzo en no desearla. La cosa es meterle garra y reconocer que el elemento fundante, la cláusula gatillo que se activa, es que la amistad/hermandad es lo más fuerte, no importa cuán ídem esté la señorita en cuestión.
Entendemos también que muchos, al decir la primera, quieren decir la segunda de las frases. Pero eso tampoco es saludable. El amigo/hermano debe saber que nosotros creemos que su novia está fuerte, por lo que, al negarlo, nos convertimos en sospechosos. En cambio, cantamos la justa, expresamos admiración, y anteponemos a todo la solidez de nuestra hombría de bien.
La Varietè, como siempre, apuntando a los temas que marcarán el futuro de la humanidad.
martes, 27 de enero de 2015
Desinteligencias.
Es muy difícil encarar un post con el tema de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Muy difícil en vista de la enorme cantidad de elementos que hasta acá no se analizaron, de aquellos que se analizaron erróneamente o de forma apresurada, de aquellos pocos que se saben con certeza, y de los muchos que posiblemente nunca sepamos. Voy a decir algunas cosas, porque desafortunadamente evitar el tema en un blog periodístico puede lucir como una esquivada de bulto en lugar de como un reconocimiento de ignorancia.
Doy por entendido que, quienes lean, estarán al tanto del tema de base. Probablemente sean imprecisiones. Pido, desde ya, disculpas.
Quiero decir, primero: el Memorándum con Irán me parece discutible. Muy discutible. Pero no creo que el hecho de que sea una mala decisión lo transforme en un vehículo para la impunidad. Es un memo firmado en el Congreso, lo que significa que pasó por las manos de todos los legisladores. Y no recuerdo que ninguno haya mencionado nada al respecto. Además, al día de hoy, está detenido. Y recordemos que en 21 años, el avance, sin Memorándum, fue exactamente 0.
En cuanto a las embajadas paralelas, si existen, han sido muy poco efectivas, al menos en cuanto a los objetivos que Nisman denunció que perseguían. Interpol mantiene las alertas rojas, el comercio con Irán viene en caída. Y la verdad es que acordar con Irán, lo que implicaría ponerse en la mira de toda la inteligencia occidental, y enemistarse con la comunidad judía, para cambiar granos por un petróleo crudo que la Argentina no necesita, es un plan berreta.
Leí la denuncia de Nisman. No me parece sólida. Pero no soy abogado. Así que no digo más que eso.
Creo que el principal problema del kirchnerismo es haber pensado que la SI se maneja igual que los intendentes del conurbano. A los "barones" con la caja y los votos se los cancherea fácil. Los "servicios" funcionan diferente. Por algo perduran desde hace décadas.
Circuló mucho en las redes sociales, pero igual me permito compartirles este post de Sebastián Lacunza, editor jefe del Buenos Aires Herald. Creo que es un racconto interesante del funcionamiento de la inteligencia en la Argentina. Y un llamado de atención que, como dijo por ahi Verbitsky, se escucha tarde.
Si alguien me preguntara por dónde va a aparecer el culpable de la muerte de Nisman, yo diría que viene por el lado de los Servicios de Inteligencia. Y en base a los recientes anuncios de Cristina Fernández, es posible que estemos viendo sólo el principio.
Doy por entendido que, quienes lean, estarán al tanto del tema de base. Probablemente sean imprecisiones. Pido, desde ya, disculpas.
Quiero decir, primero: el Memorándum con Irán me parece discutible. Muy discutible. Pero no creo que el hecho de que sea una mala decisión lo transforme en un vehículo para la impunidad. Es un memo firmado en el Congreso, lo que significa que pasó por las manos de todos los legisladores. Y no recuerdo que ninguno haya mencionado nada al respecto. Además, al día de hoy, está detenido. Y recordemos que en 21 años, el avance, sin Memorándum, fue exactamente 0.
En cuanto a las embajadas paralelas, si existen, han sido muy poco efectivas, al menos en cuanto a los objetivos que Nisman denunció que perseguían. Interpol mantiene las alertas rojas, el comercio con Irán viene en caída. Y la verdad es que acordar con Irán, lo que implicaría ponerse en la mira de toda la inteligencia occidental, y enemistarse con la comunidad judía, para cambiar granos por un petróleo crudo que la Argentina no necesita, es un plan berreta.
Leí la denuncia de Nisman. No me parece sólida. Pero no soy abogado. Así que no digo más que eso.
Creo que el principal problema del kirchnerismo es haber pensado que la SI se maneja igual que los intendentes del conurbano. A los "barones" con la caja y los votos se los cancherea fácil. Los "servicios" funcionan diferente. Por algo perduran desde hace décadas.
Circuló mucho en las redes sociales, pero igual me permito compartirles este post de Sebastián Lacunza, editor jefe del Buenos Aires Herald. Creo que es un racconto interesante del funcionamiento de la inteligencia en la Argentina. Y un llamado de atención que, como dijo por ahi Verbitsky, se escucha tarde.
Si alguien me preguntara por dónde va a aparecer el culpable de la muerte de Nisman, yo diría que viene por el lado de los Servicios de Inteligencia. Y en base a los recientes anuncios de Cristina Fernández, es posible que estemos viendo sólo el principio.
viernes, 9 de enero de 2015
Certeza y Miedo
Iba a escribir algo sobre el asesinato de los periodistas de la revista Charlie Hebdo. Iba a ser un quilombo, me iba a meter en profundidades en las que mi expertise iba a ser insuficiente, pero como decimos, cualquiera tiene un blog.
Twitter estaba en llamas. Los diarios tiraban leña a un fuego que ya, de por si, ardía vigorosamente. Era impresionante ver el minuto a minuto escenografiado como una película de Liam Neeson. Y en medio de eso, opinadores, especialistas, conocedores y no tanto, esgrimían escenarios, planetaban hipótesis, y auguraban más leña, más fuego, más sangre.
Creo que no es necesario pronunciarse en contra del asesinato de personas inocentes. Y creo que aquí hay que ser bien precisos: dos tipos entraron en un diario y mataron a personas a sangre fría ¿Lo hicieron en nombre de Mahoma? ¿Fueron provocados? ¿Charlie estaba ensañado con el Islam? Son cuestiones, creo, posteriores. 12 personas inocentes fueron asesinadas. Eso no admite discusiones.
Claro, en el terreno de las hipótesis, salieron a hablar todos. Atilio Borón en Página de ayer y Juan Sasturain en el de hoy. Pérez Reverte en Infobae. Phillip Gourevitch en The New Yorker. Y siguen las firmas. (Aclaro que con estos links no adscribo a las opiniones. Simplemente ejemplifico).
Los anti islam pidieron a todos los musulmanes que condenen el acto, como si el hecho de ser religiosos los hiciera culpables salvo que se expresen en contrario, y salieron a pedir la reinstauración de la pena de muerte en Francia. Muchos especularon con que, en algún lugar recóndito, los cazabombarderos norteamericanos calentaban motores, ante la sonrisa de algún republicano.
Del otro lado, respondieron recordando a Charlie Wilson, criticando el doble discurso occidental que se horroriza por los muertos en París y omite a los que caen en Palestina o Guinea. Afirmaron que las viñetas eran de mal gusto, islamofóbicas y racistas. Culparon a Estados Unidos, pero se ocuparon de aclarar que "no justifican las muertes".
Me di cuenta de que iba a ser imposible. No me iba a dar el cuero, me iba a meter en un quilombo. A veces uno sabe en lo que cree, pero recortarlo, ponerlo en palabras, constituye una tarea que entraña el riesgo de no ser fiel a uno mismo (o serlo, en demasía).
Pero hay una cosa que si me sorprendió: la certeza.
Todos entregan opiniones tajantes, con una seguridad, con una precisión, que me hizo sentir envidia. Todos la tienen super clara! Los que condenan a occidente por pretender importar nuestros valores a todo el globo, y los que se indignan con los lápices manchados de sangre.
A nadie le cabe una duda. Ni un alfiler. Todos tienen la idea acabada, la cosa juzgada.
Les confieso algo: darme cuenta de eso me dio miedo. Mucho miedo.
PD: Rescato la opinión del Diputado Del Caño, que me parece una síntesis muy interesante.
Twitter estaba en llamas. Los diarios tiraban leña a un fuego que ya, de por si, ardía vigorosamente. Era impresionante ver el minuto a minuto escenografiado como una película de Liam Neeson. Y en medio de eso, opinadores, especialistas, conocedores y no tanto, esgrimían escenarios, planetaban hipótesis, y auguraban más leña, más fuego, más sangre.
Creo que no es necesario pronunciarse en contra del asesinato de personas inocentes. Y creo que aquí hay que ser bien precisos: dos tipos entraron en un diario y mataron a personas a sangre fría ¿Lo hicieron en nombre de Mahoma? ¿Fueron provocados? ¿Charlie estaba ensañado con el Islam? Son cuestiones, creo, posteriores. 12 personas inocentes fueron asesinadas. Eso no admite discusiones.
Claro, en el terreno de las hipótesis, salieron a hablar todos. Atilio Borón en Página de ayer y Juan Sasturain en el de hoy. Pérez Reverte en Infobae. Phillip Gourevitch en The New Yorker. Y siguen las firmas. (Aclaro que con estos links no adscribo a las opiniones. Simplemente ejemplifico).
Los anti islam pidieron a todos los musulmanes que condenen el acto, como si el hecho de ser religiosos los hiciera culpables salvo que se expresen en contrario, y salieron a pedir la reinstauración de la pena de muerte en Francia. Muchos especularon con que, en algún lugar recóndito, los cazabombarderos norteamericanos calentaban motores, ante la sonrisa de algún republicano.
Del otro lado, respondieron recordando a Charlie Wilson, criticando el doble discurso occidental que se horroriza por los muertos en París y omite a los que caen en Palestina o Guinea. Afirmaron que las viñetas eran de mal gusto, islamofóbicas y racistas. Culparon a Estados Unidos, pero se ocuparon de aclarar que "no justifican las muertes".
Me di cuenta de que iba a ser imposible. No me iba a dar el cuero, me iba a meter en un quilombo. A veces uno sabe en lo que cree, pero recortarlo, ponerlo en palabras, constituye una tarea que entraña el riesgo de no ser fiel a uno mismo (o serlo, en demasía).
Pero hay una cosa que si me sorprendió: la certeza.
Todos entregan opiniones tajantes, con una seguridad, con una precisión, que me hizo sentir envidia. Todos la tienen super clara! Los que condenan a occidente por pretender importar nuestros valores a todo el globo, y los que se indignan con los lápices manchados de sangre.
A nadie le cabe una duda. Ni un alfiler. Todos tienen la idea acabada, la cosa juzgada.
Les confieso algo: darme cuenta de eso me dio miedo. Mucho miedo.
PD: Rescato la opinión del Diputado Del Caño, que me parece una síntesis muy interesante.
lunes, 5 de enero de 2015
Relatos no tan salvajes
Porque es el primer post del año, y porque nos debemos abordar (aún de esta forma simple) el tema; y porque se nos canta, vamos a hablar del relato.
Ustedes arrancan diciendo "lo puso en minúsculas, le chingó", y me tiran un centro genial (en las conversaciones inventadas, uno siempre recibe preguntas exactas para respuestas punzantes. Notable)
Pongo "relato" y no "Relato" porque no me voy a referir a un nombre propio, sino a un sustantivo común. Común, en este caso, a varios actores. Sucede que en política (y por qué no, en el universo) el relato atraviesa casi toda la experiencia vital.
Vamos a circunscribirnos a la política, para que éste análisis no se vaya al demonio. En lo relativo a la política nacional, la mayoría de la información que todos recibimos viene de los medios. Desde el diario zonal hasta los grandes multimedios, la información nos llega a través de radios, prensa escrita, televisión, internet. Todos estos mensajes están mediados por intereses. Y acá hago una salvedad: no me refiero a intereses económicos (aunque los hay, y muchos). Hablo de intereses en general. Si ustedes quieren, de la subjetividad del hablante. La misma información no será escrita por diferentes periodistas de igual manera, ni será contada igual, porque se trata de dos personas distintas. Desde ese primer escalón para arriba, las posibilidades de "mediación" de la información son muchísimas.
A su vez, cada una de esas informaciones proviene de personas distintas. Aquí también hay instancias de mediación. Y usted mismo es distinto del resto, con lo que su participación en el proceso también es diferente.
Esta es una descripción simplísima, que no pasa un examen semiótico del nivel más básico. El objetivo acá es demostrar la no linealidad entre el suceso y la información que tenemos sobre él. Cuando era chico, en los viajes de estudios, los docentes decían "lo que ustedes vean acá se lo van a acordar mucho más que cualquier cosa que yo les cuente". En cuanto a la información, rara vez tenemos viaje. Siempre nos lo cuentan, nos lo "enseñan".
Entonces, para el diario A el corte de la Panamericana por parte de trabajadores de una empresa a la que no le reincorporan trabajadores que la ley ordenó reincorporar es "Caos de Tránsito", mientras que para el diario B es "Masiva Marcha". Y, en general, si nosotros pensamos que es Caos, leeremos el diario A, mientras que si pensamos que es Marcha, leeremos el B. O leeremos ambos, putearemos a uno y alabaremos al otro. En un nivel inconciente, nosotros reconocemos la diferencia, y buscamos escuchar lo que nos gusta.
Eso que nos gusta es un relato. Y lo que no también.
El kichnerismo tiene uno. El sciolismo tiene uno. El macrismo tiene uno, y el massismo otro, y así, sucesivamente (no nos vamos a poner a buscar relatos divergentes dentro de cada uno. Simplifiquemos).
Pero además, cada diario tiene su relato. Cada usina de poder tiene su "verdad" (Esto lo dijo Foucault, mucho, pero mucho mejor).
El tema es que cuando uno habla de "El Relato", habitualmente se refiere al kirchnerismo. El peligro de esto es pensar que lo demás, lo que está afuera, no es "relato" sino "posta".
Ojo, la posta existe. En un recoveco, en medio de esa maraña de significados, palabras, sloganes e imágenes, hay cosas que son ciertas. El tema es que incorporarlas implica un lenguaje, que no es simplemente la lengua que nos enseñaron en la secundaria. De ahi la dificultad. Y de ahi también, la posibilidad de proliferación de diferentes relatos. Si la realidad fuese tan fácil de asir, sería imposible relatarla de maneras tan opuestas y encontrar gente dispuesta a creerla.
Este post no intenta, entonces, reivindicar ningún relato, sino ponerlos todos a un nivel similar. Todos relatan. Todos cuentan. Todos interpretan.
Nosotros tenemos que hacer lo mismo.
Ustedes arrancan diciendo "lo puso en minúsculas, le chingó", y me tiran un centro genial (en las conversaciones inventadas, uno siempre recibe preguntas exactas para respuestas punzantes. Notable)
Pongo "relato" y no "Relato" porque no me voy a referir a un nombre propio, sino a un sustantivo común. Común, en este caso, a varios actores. Sucede que en política (y por qué no, en el universo) el relato atraviesa casi toda la experiencia vital.
Vamos a circunscribirnos a la política, para que éste análisis no se vaya al demonio. En lo relativo a la política nacional, la mayoría de la información que todos recibimos viene de los medios. Desde el diario zonal hasta los grandes multimedios, la información nos llega a través de radios, prensa escrita, televisión, internet. Todos estos mensajes están mediados por intereses. Y acá hago una salvedad: no me refiero a intereses económicos (aunque los hay, y muchos). Hablo de intereses en general. Si ustedes quieren, de la subjetividad del hablante. La misma información no será escrita por diferentes periodistas de igual manera, ni será contada igual, porque se trata de dos personas distintas. Desde ese primer escalón para arriba, las posibilidades de "mediación" de la información son muchísimas.
A su vez, cada una de esas informaciones proviene de personas distintas. Aquí también hay instancias de mediación. Y usted mismo es distinto del resto, con lo que su participación en el proceso también es diferente.
Esta es una descripción simplísima, que no pasa un examen semiótico del nivel más básico. El objetivo acá es demostrar la no linealidad entre el suceso y la información que tenemos sobre él. Cuando era chico, en los viajes de estudios, los docentes decían "lo que ustedes vean acá se lo van a acordar mucho más que cualquier cosa que yo les cuente". En cuanto a la información, rara vez tenemos viaje. Siempre nos lo cuentan, nos lo "enseñan".
Entonces, para el diario A el corte de la Panamericana por parte de trabajadores de una empresa a la que no le reincorporan trabajadores que la ley ordenó reincorporar es "Caos de Tránsito", mientras que para el diario B es "Masiva Marcha". Y, en general, si nosotros pensamos que es Caos, leeremos el diario A, mientras que si pensamos que es Marcha, leeremos el B. O leeremos ambos, putearemos a uno y alabaremos al otro. En un nivel inconciente, nosotros reconocemos la diferencia, y buscamos escuchar lo que nos gusta.
Eso que nos gusta es un relato. Y lo que no también.
El kichnerismo tiene uno. El sciolismo tiene uno. El macrismo tiene uno, y el massismo otro, y así, sucesivamente (no nos vamos a poner a buscar relatos divergentes dentro de cada uno. Simplifiquemos).
Pero además, cada diario tiene su relato. Cada usina de poder tiene su "verdad" (Esto lo dijo Foucault, mucho, pero mucho mejor).
El tema es que cuando uno habla de "El Relato", habitualmente se refiere al kirchnerismo. El peligro de esto es pensar que lo demás, lo que está afuera, no es "relato" sino "posta".
Ojo, la posta existe. En un recoveco, en medio de esa maraña de significados, palabras, sloganes e imágenes, hay cosas que son ciertas. El tema es que incorporarlas implica un lenguaje, que no es simplemente la lengua que nos enseñaron en la secundaria. De ahi la dificultad. Y de ahi también, la posibilidad de proliferación de diferentes relatos. Si la realidad fuese tan fácil de asir, sería imposible relatarla de maneras tan opuestas y encontrar gente dispuesta a creerla.
Este post no intenta, entonces, reivindicar ningún relato, sino ponerlos todos a un nivel similar. Todos relatan. Todos cuentan. Todos interpretan.
Nosotros tenemos que hacer lo mismo.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Balizas
Es sorprendente el uso que los conductores hacen de las balizas. Ante todo, las balizas son esas luces que titilan a intérvalos regulares, y que señalan una actitud potencialmente peligrosa de un conductor (también hay otros tipos de balizas; nos referimos a las que utilizan los automóviles).
Muchos conductores entienden que las balizas se utilizan en casos como, por ejemplo, estacionar momentáneamente en doble fila, o si por algún motivo el automóvil se detuvo (se quedó sin nafta, supongan). Acá Clarin hace un pequeño estudio del uso de las luces indicadoras.
Otros, en cambio, entienden que las balizas funcionan como el "pido gancho", es decir, como una suspensión arbitraria, momentánea, casi metafísica, de las reglas de tránsito y, por qué no, de la física. Entonces, la señora que estaciona en un lugar equivocado, coloca balizas, se baja y está media hora en un comercio, no considera que haya hecho nada malo, porque "puso balizas". Con el guiño pasa algo similar: poner el guiño, según estos conductores, obliga a que los dejes pasar. Es como si se generara un salvoconducto.
Atento al funcionamiento que estos seres atribuyen a las balizas, propongo lo siguiente:
- Aquellos jugadores de fútbol que no sean del todo habilidosos pueden "poner balizas", lo que les permitirá circular libremente con el balón hasta, digamos, la media cancha.
- Asaltantes que estén en pleno robo podrán, ante la aparición de la policía, "poner balizas", a fin de escapar plácidamente del lugar del crimen, ante la desesperanzada mirada de los oficiales.
- Deudores podrán presentarse ante sus acreedores "poniendo balizas", a fin de lograr raudas renegociaciones, descuentos y otros beneficios.
- Los sillones del Congreso de la Nación y de todas las legislaturas provinciales y municipales deberían tener balizas. Sabemos que les van a dar buen uso.
Muchos conductores entienden que las balizas se utilizan en casos como, por ejemplo, estacionar momentáneamente en doble fila, o si por algún motivo el automóvil se detuvo (se quedó sin nafta, supongan). Acá Clarin hace un pequeño estudio del uso de las luces indicadoras.
Otros, en cambio, entienden que las balizas funcionan como el "pido gancho", es decir, como una suspensión arbitraria, momentánea, casi metafísica, de las reglas de tránsito y, por qué no, de la física. Entonces, la señora que estaciona en un lugar equivocado, coloca balizas, se baja y está media hora en un comercio, no considera que haya hecho nada malo, porque "puso balizas". Con el guiño pasa algo similar: poner el guiño, según estos conductores, obliga a que los dejes pasar. Es como si se generara un salvoconducto.
Atento al funcionamiento que estos seres atribuyen a las balizas, propongo lo siguiente:
- Aquellos jugadores de fútbol que no sean del todo habilidosos pueden "poner balizas", lo que les permitirá circular libremente con el balón hasta, digamos, la media cancha.
- Asaltantes que estén en pleno robo podrán, ante la aparición de la policía, "poner balizas", a fin de escapar plácidamente del lugar del crimen, ante la desesperanzada mirada de los oficiales.
- Deudores podrán presentarse ante sus acreedores "poniendo balizas", a fin de lograr raudas renegociaciones, descuentos y otros beneficios.
- Los sillones del Congreso de la Nación y de todas las legislaturas provinciales y municipales deberían tener balizas. Sabemos que les van a dar buen uso.
martes, 16 de diciembre de 2014
Fútbol, camisetas, campeonatos
La Varietè es de Racing. Así, sin democracia ni explicaciones. Somos de la Academia, todo el tiempo.
No somos grandes seguidores, no. No vamos a la cancha. Somos escépticos respecto de la organización del espectáculo futbolístico, en la Argentina y en el resto de la galaxia. No compartimos esa feligresía del que va, con cualquier clima, y se parapeta en la tribuna. La respetamos mucho, pero somos hinchas de sillón.
Deploramos, intensa, visceralmente, a los barras. No los consideramos hinchas. En cambio, creemos que son socios en un negoción que incluye dirigentes, funcionarios, políticos, y hasta jugadores. Incluso, el apelativo de "barrabrava" nos parece una forma pintoresca de disimular su verdadera condición. Bravo era mi abuelo, que cuando se enojaba se ponía tan serio que costaba recordar que era un jodón. Estos no son bravos. Son ladrones, asesinos; cómplices, como mínimo.
Pero hay una cosa que, para la Varietè, es sagrada. Y es el fútbol.
Ni los colores, ni las banderas, ni los estadios. Ni las camisetas "dry fit", ni los botines de dos colores distintos, ni los esponsoreos, ni las botineras.
El fútbol.
Cuando uno es pibe y empieza a jugar a la pelota, es estadísticamente probable que no sea del todo hábil. Inmediatamente uno se da cuenta de que esas cosas que hacen los habilidosos en la tele o en la canchita del barrio a uno no le van a salir, al menos no fácilmente.
En ese contexto, invito a los futboleros a hacer memoria y recordar, con la mayor precisión posible, cuándo fue que hicieron algo mágico, futbolísticamente hablando. No digo una chilena tipo Francescoli. Puede haber sido un pase de 5 metros. Hagan memoria. Un centro perfecto, un tiro libre al ángulo, un quite "providencial", como gustan decir los relatores.
Específicamente, traten de recordar como se sintieron. Alguno hasta puede recordar que en ese momento hinchas imaginarios se rompieron las palmas en aplausos, o corearon el apellido de uno.
Les cuento una mía. Baldío en el viejo Lomas de Zamora. Partido 3 contra 2. Mi equipo, el de los 2, contaba además con la presencia de mi viejo. Enfrente, el Chino, amigo de la primaria, y otros dos que no recuerdo y no vienen al caso.
El Chino atajaba. Tuvo la decencia de colocar la barrera y ponerse justo detrás, dejando abandonado el poste izquierdo.
Decidimos una jugada preparada. Mi viejo tomó carrera, la saltó, y yo entré como una tromba, y con el empeine le di justo, justo, para que fuera rasante, pegada al buzo que oficiaba de arco, y se metiera ante la atenta mirada del Chino.
Conozco a muchos hinchas del fútbol que sienten eso mismo cuando su equipo gana. Esa euforia que se desata, esas ganas de abrazar el adoquinado.
No pretendo definir qué sentimiento es el fútbol. Sería irrespetuoso. Simplemente le dedico esta pavadita a todos los hinchas de Racing, que estamos de festejo. Y a los hinchas del fútbol.
No somos grandes seguidores, no. No vamos a la cancha. Somos escépticos respecto de la organización del espectáculo futbolístico, en la Argentina y en el resto de la galaxia. No compartimos esa feligresía del que va, con cualquier clima, y se parapeta en la tribuna. La respetamos mucho, pero somos hinchas de sillón.
Deploramos, intensa, visceralmente, a los barras. No los consideramos hinchas. En cambio, creemos que son socios en un negoción que incluye dirigentes, funcionarios, políticos, y hasta jugadores. Incluso, el apelativo de "barrabrava" nos parece una forma pintoresca de disimular su verdadera condición. Bravo era mi abuelo, que cuando se enojaba se ponía tan serio que costaba recordar que era un jodón. Estos no son bravos. Son ladrones, asesinos; cómplices, como mínimo.
Pero hay una cosa que, para la Varietè, es sagrada. Y es el fútbol.
Ni los colores, ni las banderas, ni los estadios. Ni las camisetas "dry fit", ni los botines de dos colores distintos, ni los esponsoreos, ni las botineras.
El fútbol.
Cuando uno es pibe y empieza a jugar a la pelota, es estadísticamente probable que no sea del todo hábil. Inmediatamente uno se da cuenta de que esas cosas que hacen los habilidosos en la tele o en la canchita del barrio a uno no le van a salir, al menos no fácilmente.
En ese contexto, invito a los futboleros a hacer memoria y recordar, con la mayor precisión posible, cuándo fue que hicieron algo mágico, futbolísticamente hablando. No digo una chilena tipo Francescoli. Puede haber sido un pase de 5 metros. Hagan memoria. Un centro perfecto, un tiro libre al ángulo, un quite "providencial", como gustan decir los relatores.
Específicamente, traten de recordar como se sintieron. Alguno hasta puede recordar que en ese momento hinchas imaginarios se rompieron las palmas en aplausos, o corearon el apellido de uno.
Les cuento una mía. Baldío en el viejo Lomas de Zamora. Partido 3 contra 2. Mi equipo, el de los 2, contaba además con la presencia de mi viejo. Enfrente, el Chino, amigo de la primaria, y otros dos que no recuerdo y no vienen al caso.
El Chino atajaba. Tuvo la decencia de colocar la barrera y ponerse justo detrás, dejando abandonado el poste izquierdo.
Decidimos una jugada preparada. Mi viejo tomó carrera, la saltó, y yo entré como una tromba, y con el empeine le di justo, justo, para que fuera rasante, pegada al buzo que oficiaba de arco, y se metiera ante la atenta mirada del Chino.
Conozco a muchos hinchas del fútbol que sienten eso mismo cuando su equipo gana. Esa euforia que se desata, esas ganas de abrazar el adoquinado.
No pretendo definir qué sentimiento es el fútbol. Sería irrespetuoso. Simplemente le dedico esta pavadita a todos los hinchas de Racing, que estamos de festejo. Y a los hinchas del fútbol.
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