Porque es el primer post del año, y porque nos debemos abordar (aún de esta forma simple) el tema; y porque se nos canta, vamos a hablar del relato.
Ustedes arrancan diciendo "lo puso en minúsculas, le chingó", y me tiran un centro genial (en las conversaciones inventadas, uno siempre recibe preguntas exactas para respuestas punzantes. Notable)
Pongo "relato" y no "Relato" porque no me voy a referir a un nombre propio, sino a un sustantivo común. Común, en este caso, a varios actores. Sucede que en política (y por qué no, en el universo) el relato atraviesa casi toda la experiencia vital.
Vamos a circunscribirnos a la política, para que éste análisis no se vaya al demonio. En lo relativo a la política nacional, la mayoría de la información que todos recibimos viene de los medios. Desde el diario zonal hasta los grandes multimedios, la información nos llega a través de radios, prensa escrita, televisión, internet. Todos estos mensajes están mediados por intereses. Y acá hago una salvedad: no me refiero a intereses económicos (aunque los hay, y muchos). Hablo de intereses en general. Si ustedes quieren, de la subjetividad del hablante. La misma información no será escrita por diferentes periodistas de igual manera, ni será contada igual, porque se trata de dos personas distintas. Desde ese primer escalón para arriba, las posibilidades de "mediación" de la información son muchísimas.
A su vez, cada una de esas informaciones proviene de personas distintas. Aquí también hay instancias de mediación. Y usted mismo es distinto del resto, con lo que su participación en el proceso también es diferente.
Esta es una descripción simplísima, que no pasa un examen semiótico del nivel más básico. El objetivo acá es demostrar la no linealidad entre el suceso y la información que tenemos sobre él. Cuando era chico, en los viajes de estudios, los docentes decían "lo que ustedes vean acá se lo van a acordar mucho más que cualquier cosa que yo les cuente". En cuanto a la información, rara vez tenemos viaje. Siempre nos lo cuentan, nos lo "enseñan".
Entonces, para el diario A el corte de la Panamericana por parte de trabajadores de una empresa a la que no le reincorporan trabajadores que la ley ordenó reincorporar es "Caos de Tránsito", mientras que para el diario B es "Masiva Marcha". Y, en general, si nosotros pensamos que es Caos, leeremos el diario A, mientras que si pensamos que es Marcha, leeremos el B. O leeremos ambos, putearemos a uno y alabaremos al otro. En un nivel inconciente, nosotros reconocemos la diferencia, y buscamos escuchar lo que nos gusta.
Eso que nos gusta es un relato. Y lo que no también.
El kichnerismo tiene uno. El sciolismo tiene uno. El macrismo tiene uno, y el massismo otro, y así, sucesivamente (no nos vamos a poner a buscar relatos divergentes dentro de cada uno. Simplifiquemos).
Pero además, cada diario tiene su relato. Cada usina de poder tiene su "verdad" (Esto lo dijo Foucault, mucho, pero mucho mejor).
El tema es que cuando uno habla de "El Relato", habitualmente se refiere al kirchnerismo. El peligro de esto es pensar que lo demás, lo que está afuera, no es "relato" sino "posta".
Ojo, la posta existe. En un recoveco, en medio de esa maraña de significados, palabras, sloganes e imágenes, hay cosas que son ciertas. El tema es que incorporarlas implica un lenguaje, que no es simplemente la lengua que nos enseñaron en la secundaria. De ahi la dificultad. Y de ahi también, la posibilidad de proliferación de diferentes relatos. Si la realidad fuese tan fácil de asir, sería imposible relatarla de maneras tan opuestas y encontrar gente dispuesta a creerla.
Este post no intenta, entonces, reivindicar ningún relato, sino ponerlos todos a un nivel similar. Todos relatan. Todos cuentan. Todos interpretan.
Nosotros tenemos que hacer lo mismo.
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