Es muy difícil encarar un post con el tema de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Muy difícil en vista de la enorme cantidad de elementos que hasta acá no se analizaron, de aquellos que se analizaron erróneamente o de forma apresurada, de aquellos pocos que se saben con certeza, y de los muchos que posiblemente nunca sepamos. Voy a decir algunas cosas, porque desafortunadamente evitar el tema en un blog periodístico puede lucir como una esquivada de bulto en lugar de como un reconocimiento de ignorancia.
Doy por entendido que, quienes lean, estarán al tanto del tema de base. Probablemente sean imprecisiones. Pido, desde ya, disculpas.
Quiero decir, primero: el Memorándum con Irán me parece discutible. Muy discutible. Pero no creo que el hecho de que sea una mala decisión lo transforme en un vehículo para la impunidad. Es un memo firmado en el Congreso, lo que significa que pasó por las manos de todos los legisladores. Y no recuerdo que ninguno haya mencionado nada al respecto. Además, al día de hoy, está detenido. Y recordemos que en 21 años, el avance, sin Memorándum, fue exactamente 0.
En cuanto a las embajadas paralelas, si existen, han sido muy poco efectivas, al menos en cuanto a los objetivos que Nisman denunció que perseguían. Interpol mantiene las alertas rojas, el comercio con Irán viene en caída. Y la verdad es que acordar con Irán, lo que implicaría ponerse en la mira de toda la inteligencia occidental, y enemistarse con la comunidad judía, para cambiar granos por un petróleo crudo que la Argentina no necesita, es un plan berreta.
Leí la denuncia de Nisman. No me parece sólida. Pero no soy abogado. Así que no digo más que eso.
Creo que el principal problema del kirchnerismo es haber pensado que la SI se maneja igual que los intendentes del conurbano. A los "barones" con la caja y los votos se los cancherea fácil. Los "servicios" funcionan diferente. Por algo perduran desde hace décadas.
Circuló mucho en las redes sociales, pero igual me permito compartirles este post de Sebastián Lacunza, editor jefe del Buenos Aires Herald. Creo que es un racconto interesante del funcionamiento de la inteligencia en la Argentina. Y un llamado de atención que, como dijo por ahi Verbitsky, se escucha tarde.
Si alguien me preguntara por dónde va a aparecer el culpable de la muerte de Nisman, yo diría que viene por el lado de los Servicios de Inteligencia. Y en base a los recientes anuncios de Cristina Fernández, es posible que estemos viendo sólo el principio.
martes, 27 de enero de 2015
viernes, 9 de enero de 2015
Certeza y Miedo
Iba a escribir algo sobre el asesinato de los periodistas de la revista Charlie Hebdo. Iba a ser un quilombo, me iba a meter en profundidades en las que mi expertise iba a ser insuficiente, pero como decimos, cualquiera tiene un blog.
Twitter estaba en llamas. Los diarios tiraban leña a un fuego que ya, de por si, ardía vigorosamente. Era impresionante ver el minuto a minuto escenografiado como una película de Liam Neeson. Y en medio de eso, opinadores, especialistas, conocedores y no tanto, esgrimían escenarios, planetaban hipótesis, y auguraban más leña, más fuego, más sangre.
Creo que no es necesario pronunciarse en contra del asesinato de personas inocentes. Y creo que aquí hay que ser bien precisos: dos tipos entraron en un diario y mataron a personas a sangre fría ¿Lo hicieron en nombre de Mahoma? ¿Fueron provocados? ¿Charlie estaba ensañado con el Islam? Son cuestiones, creo, posteriores. 12 personas inocentes fueron asesinadas. Eso no admite discusiones.
Claro, en el terreno de las hipótesis, salieron a hablar todos. Atilio Borón en Página de ayer y Juan Sasturain en el de hoy. Pérez Reverte en Infobae. Phillip Gourevitch en The New Yorker. Y siguen las firmas. (Aclaro que con estos links no adscribo a las opiniones. Simplemente ejemplifico).
Los anti islam pidieron a todos los musulmanes que condenen el acto, como si el hecho de ser religiosos los hiciera culpables salvo que se expresen en contrario, y salieron a pedir la reinstauración de la pena de muerte en Francia. Muchos especularon con que, en algún lugar recóndito, los cazabombarderos norteamericanos calentaban motores, ante la sonrisa de algún republicano.
Del otro lado, respondieron recordando a Charlie Wilson, criticando el doble discurso occidental que se horroriza por los muertos en París y omite a los que caen en Palestina o Guinea. Afirmaron que las viñetas eran de mal gusto, islamofóbicas y racistas. Culparon a Estados Unidos, pero se ocuparon de aclarar que "no justifican las muertes".
Me di cuenta de que iba a ser imposible. No me iba a dar el cuero, me iba a meter en un quilombo. A veces uno sabe en lo que cree, pero recortarlo, ponerlo en palabras, constituye una tarea que entraña el riesgo de no ser fiel a uno mismo (o serlo, en demasía).
Pero hay una cosa que si me sorprendió: la certeza.
Todos entregan opiniones tajantes, con una seguridad, con una precisión, que me hizo sentir envidia. Todos la tienen super clara! Los que condenan a occidente por pretender importar nuestros valores a todo el globo, y los que se indignan con los lápices manchados de sangre.
A nadie le cabe una duda. Ni un alfiler. Todos tienen la idea acabada, la cosa juzgada.
Les confieso algo: darme cuenta de eso me dio miedo. Mucho miedo.
PD: Rescato la opinión del Diputado Del Caño, que me parece una síntesis muy interesante.
Twitter estaba en llamas. Los diarios tiraban leña a un fuego que ya, de por si, ardía vigorosamente. Era impresionante ver el minuto a minuto escenografiado como una película de Liam Neeson. Y en medio de eso, opinadores, especialistas, conocedores y no tanto, esgrimían escenarios, planetaban hipótesis, y auguraban más leña, más fuego, más sangre.
Creo que no es necesario pronunciarse en contra del asesinato de personas inocentes. Y creo que aquí hay que ser bien precisos: dos tipos entraron en un diario y mataron a personas a sangre fría ¿Lo hicieron en nombre de Mahoma? ¿Fueron provocados? ¿Charlie estaba ensañado con el Islam? Son cuestiones, creo, posteriores. 12 personas inocentes fueron asesinadas. Eso no admite discusiones.
Claro, en el terreno de las hipótesis, salieron a hablar todos. Atilio Borón en Página de ayer y Juan Sasturain en el de hoy. Pérez Reverte en Infobae. Phillip Gourevitch en The New Yorker. Y siguen las firmas. (Aclaro que con estos links no adscribo a las opiniones. Simplemente ejemplifico).
Los anti islam pidieron a todos los musulmanes que condenen el acto, como si el hecho de ser religiosos los hiciera culpables salvo que se expresen en contrario, y salieron a pedir la reinstauración de la pena de muerte en Francia. Muchos especularon con que, en algún lugar recóndito, los cazabombarderos norteamericanos calentaban motores, ante la sonrisa de algún republicano.
Del otro lado, respondieron recordando a Charlie Wilson, criticando el doble discurso occidental que se horroriza por los muertos en París y omite a los que caen en Palestina o Guinea. Afirmaron que las viñetas eran de mal gusto, islamofóbicas y racistas. Culparon a Estados Unidos, pero se ocuparon de aclarar que "no justifican las muertes".
Me di cuenta de que iba a ser imposible. No me iba a dar el cuero, me iba a meter en un quilombo. A veces uno sabe en lo que cree, pero recortarlo, ponerlo en palabras, constituye una tarea que entraña el riesgo de no ser fiel a uno mismo (o serlo, en demasía).
Pero hay una cosa que si me sorprendió: la certeza.
Todos entregan opiniones tajantes, con una seguridad, con una precisión, que me hizo sentir envidia. Todos la tienen super clara! Los que condenan a occidente por pretender importar nuestros valores a todo el globo, y los que se indignan con los lápices manchados de sangre.
A nadie le cabe una duda. Ni un alfiler. Todos tienen la idea acabada, la cosa juzgada.
Les confieso algo: darme cuenta de eso me dio miedo. Mucho miedo.
PD: Rescato la opinión del Diputado Del Caño, que me parece una síntesis muy interesante.
lunes, 5 de enero de 2015
Relatos no tan salvajes
Porque es el primer post del año, y porque nos debemos abordar (aún de esta forma simple) el tema; y porque se nos canta, vamos a hablar del relato.
Ustedes arrancan diciendo "lo puso en minúsculas, le chingó", y me tiran un centro genial (en las conversaciones inventadas, uno siempre recibe preguntas exactas para respuestas punzantes. Notable)
Pongo "relato" y no "Relato" porque no me voy a referir a un nombre propio, sino a un sustantivo común. Común, en este caso, a varios actores. Sucede que en política (y por qué no, en el universo) el relato atraviesa casi toda la experiencia vital.
Vamos a circunscribirnos a la política, para que éste análisis no se vaya al demonio. En lo relativo a la política nacional, la mayoría de la información que todos recibimos viene de los medios. Desde el diario zonal hasta los grandes multimedios, la información nos llega a través de radios, prensa escrita, televisión, internet. Todos estos mensajes están mediados por intereses. Y acá hago una salvedad: no me refiero a intereses económicos (aunque los hay, y muchos). Hablo de intereses en general. Si ustedes quieren, de la subjetividad del hablante. La misma información no será escrita por diferentes periodistas de igual manera, ni será contada igual, porque se trata de dos personas distintas. Desde ese primer escalón para arriba, las posibilidades de "mediación" de la información son muchísimas.
A su vez, cada una de esas informaciones proviene de personas distintas. Aquí también hay instancias de mediación. Y usted mismo es distinto del resto, con lo que su participación en el proceso también es diferente.
Esta es una descripción simplísima, que no pasa un examen semiótico del nivel más básico. El objetivo acá es demostrar la no linealidad entre el suceso y la información que tenemos sobre él. Cuando era chico, en los viajes de estudios, los docentes decían "lo que ustedes vean acá se lo van a acordar mucho más que cualquier cosa que yo les cuente". En cuanto a la información, rara vez tenemos viaje. Siempre nos lo cuentan, nos lo "enseñan".
Entonces, para el diario A el corte de la Panamericana por parte de trabajadores de una empresa a la que no le reincorporan trabajadores que la ley ordenó reincorporar es "Caos de Tránsito", mientras que para el diario B es "Masiva Marcha". Y, en general, si nosotros pensamos que es Caos, leeremos el diario A, mientras que si pensamos que es Marcha, leeremos el B. O leeremos ambos, putearemos a uno y alabaremos al otro. En un nivel inconciente, nosotros reconocemos la diferencia, y buscamos escuchar lo que nos gusta.
Eso que nos gusta es un relato. Y lo que no también.
El kichnerismo tiene uno. El sciolismo tiene uno. El macrismo tiene uno, y el massismo otro, y así, sucesivamente (no nos vamos a poner a buscar relatos divergentes dentro de cada uno. Simplifiquemos).
Pero además, cada diario tiene su relato. Cada usina de poder tiene su "verdad" (Esto lo dijo Foucault, mucho, pero mucho mejor).
El tema es que cuando uno habla de "El Relato", habitualmente se refiere al kirchnerismo. El peligro de esto es pensar que lo demás, lo que está afuera, no es "relato" sino "posta".
Ojo, la posta existe. En un recoveco, en medio de esa maraña de significados, palabras, sloganes e imágenes, hay cosas que son ciertas. El tema es que incorporarlas implica un lenguaje, que no es simplemente la lengua que nos enseñaron en la secundaria. De ahi la dificultad. Y de ahi también, la posibilidad de proliferación de diferentes relatos. Si la realidad fuese tan fácil de asir, sería imposible relatarla de maneras tan opuestas y encontrar gente dispuesta a creerla.
Este post no intenta, entonces, reivindicar ningún relato, sino ponerlos todos a un nivel similar. Todos relatan. Todos cuentan. Todos interpretan.
Nosotros tenemos que hacer lo mismo.
Ustedes arrancan diciendo "lo puso en minúsculas, le chingó", y me tiran un centro genial (en las conversaciones inventadas, uno siempre recibe preguntas exactas para respuestas punzantes. Notable)
Pongo "relato" y no "Relato" porque no me voy a referir a un nombre propio, sino a un sustantivo común. Común, en este caso, a varios actores. Sucede que en política (y por qué no, en el universo) el relato atraviesa casi toda la experiencia vital.
Vamos a circunscribirnos a la política, para que éste análisis no se vaya al demonio. En lo relativo a la política nacional, la mayoría de la información que todos recibimos viene de los medios. Desde el diario zonal hasta los grandes multimedios, la información nos llega a través de radios, prensa escrita, televisión, internet. Todos estos mensajes están mediados por intereses. Y acá hago una salvedad: no me refiero a intereses económicos (aunque los hay, y muchos). Hablo de intereses en general. Si ustedes quieren, de la subjetividad del hablante. La misma información no será escrita por diferentes periodistas de igual manera, ni será contada igual, porque se trata de dos personas distintas. Desde ese primer escalón para arriba, las posibilidades de "mediación" de la información son muchísimas.
A su vez, cada una de esas informaciones proviene de personas distintas. Aquí también hay instancias de mediación. Y usted mismo es distinto del resto, con lo que su participación en el proceso también es diferente.
Esta es una descripción simplísima, que no pasa un examen semiótico del nivel más básico. El objetivo acá es demostrar la no linealidad entre el suceso y la información que tenemos sobre él. Cuando era chico, en los viajes de estudios, los docentes decían "lo que ustedes vean acá se lo van a acordar mucho más que cualquier cosa que yo les cuente". En cuanto a la información, rara vez tenemos viaje. Siempre nos lo cuentan, nos lo "enseñan".
Entonces, para el diario A el corte de la Panamericana por parte de trabajadores de una empresa a la que no le reincorporan trabajadores que la ley ordenó reincorporar es "Caos de Tránsito", mientras que para el diario B es "Masiva Marcha". Y, en general, si nosotros pensamos que es Caos, leeremos el diario A, mientras que si pensamos que es Marcha, leeremos el B. O leeremos ambos, putearemos a uno y alabaremos al otro. En un nivel inconciente, nosotros reconocemos la diferencia, y buscamos escuchar lo que nos gusta.
Eso que nos gusta es un relato. Y lo que no también.
El kichnerismo tiene uno. El sciolismo tiene uno. El macrismo tiene uno, y el massismo otro, y así, sucesivamente (no nos vamos a poner a buscar relatos divergentes dentro de cada uno. Simplifiquemos).
Pero además, cada diario tiene su relato. Cada usina de poder tiene su "verdad" (Esto lo dijo Foucault, mucho, pero mucho mejor).
El tema es que cuando uno habla de "El Relato", habitualmente se refiere al kirchnerismo. El peligro de esto es pensar que lo demás, lo que está afuera, no es "relato" sino "posta".
Ojo, la posta existe. En un recoveco, en medio de esa maraña de significados, palabras, sloganes e imágenes, hay cosas que son ciertas. El tema es que incorporarlas implica un lenguaje, que no es simplemente la lengua que nos enseñaron en la secundaria. De ahi la dificultad. Y de ahi también, la posibilidad de proliferación de diferentes relatos. Si la realidad fuese tan fácil de asir, sería imposible relatarla de maneras tan opuestas y encontrar gente dispuesta a creerla.
Este post no intenta, entonces, reivindicar ningún relato, sino ponerlos todos a un nivel similar. Todos relatan. Todos cuentan. Todos interpretan.
Nosotros tenemos que hacer lo mismo.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Balizas
Es sorprendente el uso que los conductores hacen de las balizas. Ante todo, las balizas son esas luces que titilan a intérvalos regulares, y que señalan una actitud potencialmente peligrosa de un conductor (también hay otros tipos de balizas; nos referimos a las que utilizan los automóviles).
Muchos conductores entienden que las balizas se utilizan en casos como, por ejemplo, estacionar momentáneamente en doble fila, o si por algún motivo el automóvil se detuvo (se quedó sin nafta, supongan). Acá Clarin hace un pequeño estudio del uso de las luces indicadoras.
Otros, en cambio, entienden que las balizas funcionan como el "pido gancho", es decir, como una suspensión arbitraria, momentánea, casi metafísica, de las reglas de tránsito y, por qué no, de la física. Entonces, la señora que estaciona en un lugar equivocado, coloca balizas, se baja y está media hora en un comercio, no considera que haya hecho nada malo, porque "puso balizas". Con el guiño pasa algo similar: poner el guiño, según estos conductores, obliga a que los dejes pasar. Es como si se generara un salvoconducto.
Atento al funcionamiento que estos seres atribuyen a las balizas, propongo lo siguiente:
- Aquellos jugadores de fútbol que no sean del todo habilidosos pueden "poner balizas", lo que les permitirá circular libremente con el balón hasta, digamos, la media cancha.
- Asaltantes que estén en pleno robo podrán, ante la aparición de la policía, "poner balizas", a fin de escapar plácidamente del lugar del crimen, ante la desesperanzada mirada de los oficiales.
- Deudores podrán presentarse ante sus acreedores "poniendo balizas", a fin de lograr raudas renegociaciones, descuentos y otros beneficios.
- Los sillones del Congreso de la Nación y de todas las legislaturas provinciales y municipales deberían tener balizas. Sabemos que les van a dar buen uso.
Muchos conductores entienden que las balizas se utilizan en casos como, por ejemplo, estacionar momentáneamente en doble fila, o si por algún motivo el automóvil se detuvo (se quedó sin nafta, supongan). Acá Clarin hace un pequeño estudio del uso de las luces indicadoras.
Otros, en cambio, entienden que las balizas funcionan como el "pido gancho", es decir, como una suspensión arbitraria, momentánea, casi metafísica, de las reglas de tránsito y, por qué no, de la física. Entonces, la señora que estaciona en un lugar equivocado, coloca balizas, se baja y está media hora en un comercio, no considera que haya hecho nada malo, porque "puso balizas". Con el guiño pasa algo similar: poner el guiño, según estos conductores, obliga a que los dejes pasar. Es como si se generara un salvoconducto.
Atento al funcionamiento que estos seres atribuyen a las balizas, propongo lo siguiente:
- Aquellos jugadores de fútbol que no sean del todo habilidosos pueden "poner balizas", lo que les permitirá circular libremente con el balón hasta, digamos, la media cancha.
- Asaltantes que estén en pleno robo podrán, ante la aparición de la policía, "poner balizas", a fin de escapar plácidamente del lugar del crimen, ante la desesperanzada mirada de los oficiales.
- Deudores podrán presentarse ante sus acreedores "poniendo balizas", a fin de lograr raudas renegociaciones, descuentos y otros beneficios.
- Los sillones del Congreso de la Nación y de todas las legislaturas provinciales y municipales deberían tener balizas. Sabemos que les van a dar buen uso.
martes, 16 de diciembre de 2014
Fútbol, camisetas, campeonatos
La Varietè es de Racing. Así, sin democracia ni explicaciones. Somos de la Academia, todo el tiempo.
No somos grandes seguidores, no. No vamos a la cancha. Somos escépticos respecto de la organización del espectáculo futbolístico, en la Argentina y en el resto de la galaxia. No compartimos esa feligresía del que va, con cualquier clima, y se parapeta en la tribuna. La respetamos mucho, pero somos hinchas de sillón.
Deploramos, intensa, visceralmente, a los barras. No los consideramos hinchas. En cambio, creemos que son socios en un negoción que incluye dirigentes, funcionarios, políticos, y hasta jugadores. Incluso, el apelativo de "barrabrava" nos parece una forma pintoresca de disimular su verdadera condición. Bravo era mi abuelo, que cuando se enojaba se ponía tan serio que costaba recordar que era un jodón. Estos no son bravos. Son ladrones, asesinos; cómplices, como mínimo.
Pero hay una cosa que, para la Varietè, es sagrada. Y es el fútbol.
Ni los colores, ni las banderas, ni los estadios. Ni las camisetas "dry fit", ni los botines de dos colores distintos, ni los esponsoreos, ni las botineras.
El fútbol.
Cuando uno es pibe y empieza a jugar a la pelota, es estadísticamente probable que no sea del todo hábil. Inmediatamente uno se da cuenta de que esas cosas que hacen los habilidosos en la tele o en la canchita del barrio a uno no le van a salir, al menos no fácilmente.
En ese contexto, invito a los futboleros a hacer memoria y recordar, con la mayor precisión posible, cuándo fue que hicieron algo mágico, futbolísticamente hablando. No digo una chilena tipo Francescoli. Puede haber sido un pase de 5 metros. Hagan memoria. Un centro perfecto, un tiro libre al ángulo, un quite "providencial", como gustan decir los relatores.
Específicamente, traten de recordar como se sintieron. Alguno hasta puede recordar que en ese momento hinchas imaginarios se rompieron las palmas en aplausos, o corearon el apellido de uno.
Les cuento una mía. Baldío en el viejo Lomas de Zamora. Partido 3 contra 2. Mi equipo, el de los 2, contaba además con la presencia de mi viejo. Enfrente, el Chino, amigo de la primaria, y otros dos que no recuerdo y no vienen al caso.
El Chino atajaba. Tuvo la decencia de colocar la barrera y ponerse justo detrás, dejando abandonado el poste izquierdo.
Decidimos una jugada preparada. Mi viejo tomó carrera, la saltó, y yo entré como una tromba, y con el empeine le di justo, justo, para que fuera rasante, pegada al buzo que oficiaba de arco, y se metiera ante la atenta mirada del Chino.
Conozco a muchos hinchas del fútbol que sienten eso mismo cuando su equipo gana. Esa euforia que se desata, esas ganas de abrazar el adoquinado.
No pretendo definir qué sentimiento es el fútbol. Sería irrespetuoso. Simplemente le dedico esta pavadita a todos los hinchas de Racing, que estamos de festejo. Y a los hinchas del fútbol.
No somos grandes seguidores, no. No vamos a la cancha. Somos escépticos respecto de la organización del espectáculo futbolístico, en la Argentina y en el resto de la galaxia. No compartimos esa feligresía del que va, con cualquier clima, y se parapeta en la tribuna. La respetamos mucho, pero somos hinchas de sillón.
Deploramos, intensa, visceralmente, a los barras. No los consideramos hinchas. En cambio, creemos que son socios en un negoción que incluye dirigentes, funcionarios, políticos, y hasta jugadores. Incluso, el apelativo de "barrabrava" nos parece una forma pintoresca de disimular su verdadera condición. Bravo era mi abuelo, que cuando se enojaba se ponía tan serio que costaba recordar que era un jodón. Estos no son bravos. Son ladrones, asesinos; cómplices, como mínimo.
Pero hay una cosa que, para la Varietè, es sagrada. Y es el fútbol.
Ni los colores, ni las banderas, ni los estadios. Ni las camisetas "dry fit", ni los botines de dos colores distintos, ni los esponsoreos, ni las botineras.
El fútbol.
Cuando uno es pibe y empieza a jugar a la pelota, es estadísticamente probable que no sea del todo hábil. Inmediatamente uno se da cuenta de que esas cosas que hacen los habilidosos en la tele o en la canchita del barrio a uno no le van a salir, al menos no fácilmente.
En ese contexto, invito a los futboleros a hacer memoria y recordar, con la mayor precisión posible, cuándo fue que hicieron algo mágico, futbolísticamente hablando. No digo una chilena tipo Francescoli. Puede haber sido un pase de 5 metros. Hagan memoria. Un centro perfecto, un tiro libre al ángulo, un quite "providencial", como gustan decir los relatores.
Específicamente, traten de recordar como se sintieron. Alguno hasta puede recordar que en ese momento hinchas imaginarios se rompieron las palmas en aplausos, o corearon el apellido de uno.
Les cuento una mía. Baldío en el viejo Lomas de Zamora. Partido 3 contra 2. Mi equipo, el de los 2, contaba además con la presencia de mi viejo. Enfrente, el Chino, amigo de la primaria, y otros dos que no recuerdo y no vienen al caso.
El Chino atajaba. Tuvo la decencia de colocar la barrera y ponerse justo detrás, dejando abandonado el poste izquierdo.
Decidimos una jugada preparada. Mi viejo tomó carrera, la saltó, y yo entré como una tromba, y con el empeine le di justo, justo, para que fuera rasante, pegada al buzo que oficiaba de arco, y se metiera ante la atenta mirada del Chino.
Conozco a muchos hinchas del fútbol que sienten eso mismo cuando su equipo gana. Esa euforia que se desata, esas ganas de abrazar el adoquinado.
No pretendo definir qué sentimiento es el fútbol. Sería irrespetuoso. Simplemente le dedico esta pavadita a todos los hinchas de Racing, que estamos de festejo. Y a los hinchas del fútbol.
jueves, 11 de diciembre de 2014
Flojitos de papeles
No crean que no se que, al tocar este tema, puedo estar metiéndome en camisa de once varas. Pero ¿qué sentido tiene tener un blog si uno va a ser siempre responsable?
Mauricio Macri salió a decir en estos días que con él en la presidencia "se acaban los curros en derechos humanos". Lo dijo en una entrevista en el diario La Nación, lo cuál no es un dato menor. Textualmente el intercambio es este:
-Organismos de derechos humanos temen una "marcha atrás" en los avances conseguidos con el kirchnerismo...
--Mi gobierno ha sido defensor de los derechos humanos, de la libertad de prensa, acceso a la salud y la educación. Ahora los derechos humanos no son Sueños Compartidos y los "curros" que han inventado. Con nosotros, todos esos curros se acabaron.
Las declaraciones generaron respuestas, especialmente de Cristina Fernández, pero también de otros dirigentes como Humberto Tumini, de Libres del Sur, o Estela de Carlotto.
Ahora bien, dividamos la cosa en dos partes.
Por un lado tenemos a Macri diciendo que asuntos como Sueños Compartidos fueron delitos (igualo aquí a curro con delito, suponiendo estafa con fondos públicos) y que con él esas cuestiones van a ser superadas. Si bien no estoy al tanto de la marcha de la causa por Sueños, creo que como mínimo se puede decir que hubo algún tipo de malversación, y esto siendo generoso. La justicia lo definirá, pero parece, efectivamente, un "curro".
En este sentido, no creo que haya ningún candidato que vaya a salir a defender programas como éste. Algunos los negarán u ocultarán, y otros los usarán para decir "conmigo no pasa", pero nada más. En tiempos de campaña, y más en un medio como La Nación, lo que dice Macri es casi de manual. De hecho, no hay demasiadas repreguntas en la entrevista. No creo tampoco que nadie, por enemigo de Macri que sea, acepte mantener planes que son espurios en su ejecución, aunque tengan buenas intenciones.
Por otro lado, ¿leyeron toda la entrevista?
Macri señala que sus dos principales ejes si es presidente serán la educación pública y la infraestructura. Sin embargo, éste informe de la ACIJ señala un 30% de subejecución presupuestaria para el área de educación pública. Por su parte, Chequeado.com descubre al Jefe de Gobierno "chamuyando" un récord en inversión.
Este otro, de ASAP, señala la subejecución en términos generales.Y acá, Chequeado.com hace referencia al endeudamiento de la Ciudad de Buenos Aires, que se triplicó.
Son solamente algunas de las desmentidas a las respuestas que Macri da en la entrevista. O que, por lo menos, hubiesen demandado una repregunta por parte del entrevistador. Uno podría sospechar que se trata de un tratamiento especial que La Nación le dispensa a Macri, pero si leen la entrevista con Scioli, que salió el mismo día en una serie de notas a los presidenciables, verán que tampoco fueron muy duros con él.
En definitiva, se trata de notas en donde cada candidato le está hablando a la gente que lo va a votar sabiendo lo que cada candidato piensa. Es difícil creer que alguien que conoce el prontuario de Macri (o de Scioli, o de cualquiera) va a cambiar de idea porque él diga que con él no va a haber curros en derechos humanos, y la educación pública va a ser una panacea, y la General Paz va a tener poco tráfico. Se predica para el converso, digamos.
En ese contexto, y volviendo a los "curros en derechos humanos", se me ocurre que todos queremos que no se afane guita a partir de la necesidad de los que menos tienen. Lo que muchos sospechamos es que esos "curros" de los que Macri reniega se van a llevar puestas a políticas que sí son cruciales, y que tienen que ver con el castigo a los culpables de delitos de lesa humanidad.
En todo caso, el centro de esta cuestión es, en nuestra humilde opinión, qué sucede durante las campañas. Todos los candidatos utilizan consignas: "Vamos a bajar la inflación", "Vamos a reducir la tasa de robos por habitante", "Vamos a potenciar la infraestructura". Ninguno dice cómo. Ninguno aporta planes. Todo se basa en la credibilidad que cada aspirante tenga. Y en ese contexto, todos los presidenciables están a nuestro gusto, flojitos de papeles.
Mauricio Macri salió a decir en estos días que con él en la presidencia "se acaban los curros en derechos humanos". Lo dijo en una entrevista en el diario La Nación, lo cuál no es un dato menor. Textualmente el intercambio es este:
-Organismos de derechos humanos temen una "marcha atrás" en los avances conseguidos con el kirchnerismo...
--Mi gobierno ha sido defensor de los derechos humanos, de la libertad de prensa, acceso a la salud y la educación. Ahora los derechos humanos no son Sueños Compartidos y los "curros" que han inventado. Con nosotros, todos esos curros se acabaron.
Las declaraciones generaron respuestas, especialmente de Cristina Fernández, pero también de otros dirigentes como Humberto Tumini, de Libres del Sur, o Estela de Carlotto.
Ahora bien, dividamos la cosa en dos partes.
Por un lado tenemos a Macri diciendo que asuntos como Sueños Compartidos fueron delitos (igualo aquí a curro con delito, suponiendo estafa con fondos públicos) y que con él esas cuestiones van a ser superadas. Si bien no estoy al tanto de la marcha de la causa por Sueños, creo que como mínimo se puede decir que hubo algún tipo de malversación, y esto siendo generoso. La justicia lo definirá, pero parece, efectivamente, un "curro".
En este sentido, no creo que haya ningún candidato que vaya a salir a defender programas como éste. Algunos los negarán u ocultarán, y otros los usarán para decir "conmigo no pasa", pero nada más. En tiempos de campaña, y más en un medio como La Nación, lo que dice Macri es casi de manual. De hecho, no hay demasiadas repreguntas en la entrevista. No creo tampoco que nadie, por enemigo de Macri que sea, acepte mantener planes que son espurios en su ejecución, aunque tengan buenas intenciones.
Por otro lado, ¿leyeron toda la entrevista?
Macri señala que sus dos principales ejes si es presidente serán la educación pública y la infraestructura. Sin embargo, éste informe de la ACIJ señala un 30% de subejecución presupuestaria para el área de educación pública. Por su parte, Chequeado.com descubre al Jefe de Gobierno "chamuyando" un récord en inversión.
Este otro, de ASAP, señala la subejecución en términos generales.Y acá, Chequeado.com hace referencia al endeudamiento de la Ciudad de Buenos Aires, que se triplicó.
Son solamente algunas de las desmentidas a las respuestas que Macri da en la entrevista. O que, por lo menos, hubiesen demandado una repregunta por parte del entrevistador. Uno podría sospechar que se trata de un tratamiento especial que La Nación le dispensa a Macri, pero si leen la entrevista con Scioli, que salió el mismo día en una serie de notas a los presidenciables, verán que tampoco fueron muy duros con él.
En definitiva, se trata de notas en donde cada candidato le está hablando a la gente que lo va a votar sabiendo lo que cada candidato piensa. Es difícil creer que alguien que conoce el prontuario de Macri (o de Scioli, o de cualquiera) va a cambiar de idea porque él diga que con él no va a haber curros en derechos humanos, y la educación pública va a ser una panacea, y la General Paz va a tener poco tráfico. Se predica para el converso, digamos.
En ese contexto, y volviendo a los "curros en derechos humanos", se me ocurre que todos queremos que no se afane guita a partir de la necesidad de los que menos tienen. Lo que muchos sospechamos es que esos "curros" de los que Macri reniega se van a llevar puestas a políticas que sí son cruciales, y que tienen que ver con el castigo a los culpables de delitos de lesa humanidad.
En todo caso, el centro de esta cuestión es, en nuestra humilde opinión, qué sucede durante las campañas. Todos los candidatos utilizan consignas: "Vamos a bajar la inflación", "Vamos a reducir la tasa de robos por habitante", "Vamos a potenciar la infraestructura". Ninguno dice cómo. Ninguno aporta planes. Todo se basa en la credibilidad que cada aspirante tenga. Y en ese contexto, todos los presidenciables están a nuestro gusto, flojitos de papeles.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
De las leyes
El post de hoy surge a propósito de una noticia que habla de un subsidio estatal para personas trans. Resumiendo: una legisladora presentó un proyecto que habilitaría a las personas trans de más de 40 años a recibir un subsidio estatal de alrededor de 8 lucas a valores de hoy.
No vamos a hablar de éste proyecto, sino que vamos a (intentar) usarlo como ejemplo de lo que creemos que suele pasar con las leyes en la Argentina (y en muchísimos otros países del mundo), desde las más polémicas (matrimonio igualitario, Ley de Medios, etc) hasta las que son, digamos, menores.
Resulta que un edil propone una ley. Esto, en principio, es su trabajo. Le garpamos básicamente para eso. Recuerden que nosotros elegimos a esta persona para que ocupe el sitio que ocupa, proponga leyes y vote las que otros proponen en consonancia con ciertas cosas que dijo antes de que lo votemos. No se enojen, pero mucha gente no recuerda este pequeño dato.
Ahora, resulta que María Rachid, la que presentó este proyecto, es una militante de los derechos del Colectivo LGBT de la Argentina y fue vicepresidenta del INADI (se acuerdan la pelea con Morgado?). O sea, podemos tener más o menos confianza en su capacidad, pero sin dudas la mina está en el tema.
Esto no evitó que inmediatamente una andanada de indignados surgiera a despotricar contra el proyecto, y a proferir quejas que en el mejor de los casos eran simplemente burradas y que en el peor eran directamente insultos discriminatorios. Intuyo que la mayoría se quedó en el título, y ni siquiera sabe qué dice el proyecto. Muchos ni siquiera deben saber que el mismo proyecto perdió estado parlamentario varias veces porque no llegó a tratarse, y que no es la primera vez que se presenta.
Repetimos: el proyecto puede ser una bosta. Quizás está mal hecho. Quizás está basado en estadísticas pedorras. Miles de cosas pueden estar mal. Pueden existir cientos de razones por las que ese proyecto no debería ser aprobado.
Pero no nos consta.
Acá hay dos caminos. Uno es informarse. Leer un poco más allá de la bajada de la nota. A ver qué les parece, aunque más no sea para saber si en la próxima elección votan o no al fulano que presentó el proyecto. O en todo caso, si les parece muy mal, van al Congreso a reclamar, se presentan en la justicia, cortan una calle, o agarran un lanzallamas y la van a esperar a Rachid a Perú y Diagonal.
En ésta nota de Perfil Rachid explica un poco de qué la va el proyecto, con algo más de detalle. El título de la nota ya es más claro: "María Rachid propone OTRO subsidio..." O sea, no se trara de un antojo alocado, sino que es algo que desde el sector LGBT se viene laburando hace un tiempo. Lean la nota y van a ver.
El título de la nota de Infobae (arriba de todo) tiene otra trampita: "El kirchnerismo impulsa..." Es cierto, en estricto rigor, que Rachid es legisladora porteña por el FPV. Pero sería razonable suponer, en virtud de su historial, que no es su pertenencia partidaria sino su militancia lo que la lleva a presentar el proyecto. Y que, en todo caso, veremos si luego el resto del kirchnerismo apoya o no.
El otro camino es quejarse sin base. Indignarse, vamos. Patalear. Reclamar los perdidos derechos de la "gente como uno" y el avance de los "vagos", etc.
Desde acá, desde la Varietè, creemos que el primero es mejor. Sabiendo de qué hablamos no nos vamos a poner necesariamente de acuerdo. Pero al menos vamos a poder entender y refutar lo que el otro dice. Es probable que eso no cambie la forma de pensar de los políticos, al menos no inmediatamente. Pero, si esa actitud cívica se sostiene en el tiempo, quién te dice. En una de esas los incentivos cambian.
Mientras nos quejemos sin base el objetivo de los políticos será mostrar cuán indignante es el proyecto de su opositor. Nosotros tenemos que definir qué nos indigna y qué no, por nuestra propia cuenta.
Una vez, discutiendo la Ley de Medios, alguien me dijo "No se como será, pero seguro que es peor que la que estaba". Esta persona no conocía ni la ley anterior, ni el proyecto nuevo.
Hagámos un esfuerzo por no ser esa persona.
No vamos a hablar de éste proyecto, sino que vamos a (intentar) usarlo como ejemplo de lo que creemos que suele pasar con las leyes en la Argentina (y en muchísimos otros países del mundo), desde las más polémicas (matrimonio igualitario, Ley de Medios, etc) hasta las que son, digamos, menores.
Resulta que un edil propone una ley. Esto, en principio, es su trabajo. Le garpamos básicamente para eso. Recuerden que nosotros elegimos a esta persona para que ocupe el sitio que ocupa, proponga leyes y vote las que otros proponen en consonancia con ciertas cosas que dijo antes de que lo votemos. No se enojen, pero mucha gente no recuerda este pequeño dato.
Ahora, resulta que María Rachid, la que presentó este proyecto, es una militante de los derechos del Colectivo LGBT de la Argentina y fue vicepresidenta del INADI (se acuerdan la pelea con Morgado?). O sea, podemos tener más o menos confianza en su capacidad, pero sin dudas la mina está en el tema.
Esto no evitó que inmediatamente una andanada de indignados surgiera a despotricar contra el proyecto, y a proferir quejas que en el mejor de los casos eran simplemente burradas y que en el peor eran directamente insultos discriminatorios. Intuyo que la mayoría se quedó en el título, y ni siquiera sabe qué dice el proyecto. Muchos ni siquiera deben saber que el mismo proyecto perdió estado parlamentario varias veces porque no llegó a tratarse, y que no es la primera vez que se presenta.
Repetimos: el proyecto puede ser una bosta. Quizás está mal hecho. Quizás está basado en estadísticas pedorras. Miles de cosas pueden estar mal. Pueden existir cientos de razones por las que ese proyecto no debería ser aprobado.
Pero no nos consta.
Acá hay dos caminos. Uno es informarse. Leer un poco más allá de la bajada de la nota. A ver qué les parece, aunque más no sea para saber si en la próxima elección votan o no al fulano que presentó el proyecto. O en todo caso, si les parece muy mal, van al Congreso a reclamar, se presentan en la justicia, cortan una calle, o agarran un lanzallamas y la van a esperar a Rachid a Perú y Diagonal.
En ésta nota de Perfil Rachid explica un poco de qué la va el proyecto, con algo más de detalle. El título de la nota ya es más claro: "María Rachid propone OTRO subsidio..." O sea, no se trara de un antojo alocado, sino que es algo que desde el sector LGBT se viene laburando hace un tiempo. Lean la nota y van a ver.
El título de la nota de Infobae (arriba de todo) tiene otra trampita: "El kirchnerismo impulsa..." Es cierto, en estricto rigor, que Rachid es legisladora porteña por el FPV. Pero sería razonable suponer, en virtud de su historial, que no es su pertenencia partidaria sino su militancia lo que la lleva a presentar el proyecto. Y que, en todo caso, veremos si luego el resto del kirchnerismo apoya o no.
El otro camino es quejarse sin base. Indignarse, vamos. Patalear. Reclamar los perdidos derechos de la "gente como uno" y el avance de los "vagos", etc.
Desde acá, desde la Varietè, creemos que el primero es mejor. Sabiendo de qué hablamos no nos vamos a poner necesariamente de acuerdo. Pero al menos vamos a poder entender y refutar lo que el otro dice. Es probable que eso no cambie la forma de pensar de los políticos, al menos no inmediatamente. Pero, si esa actitud cívica se sostiene en el tiempo, quién te dice. En una de esas los incentivos cambian.
Mientras nos quejemos sin base el objetivo de los políticos será mostrar cuán indignante es el proyecto de su opositor. Nosotros tenemos que definir qué nos indigna y qué no, por nuestra propia cuenta.
Una vez, discutiendo la Ley de Medios, alguien me dijo "No se como será, pero seguro que es peor que la que estaba". Esta persona no conocía ni la ley anterior, ni el proyecto nuevo.
Hagámos un esfuerzo por no ser esa persona.
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