El subte estallaba de gente. Subir era una prueba de destreza y fuerza, y por que no, también de serenidad de espíritu. La mañana del jueves anticipaba el último esfuerzo, que con suerte alcanzaría para llegar indemnes al fin de semana. En ese contexto, viajaren 10 centímetros cuadrados no es, precisamente, edificante.
En fin, en la línea A los motorman y los chanchos cambian en Primera Junta, así que allí se subió el protagonista de nuestra historia.
Imaginen, si pueden, una mezcla de Mickey Rooney, Mostaza Merlo y Jerry Lewis. Así era el Guarda (lo pongo en mayúsculas porque así lo imagino). Se subió y empezó a bromear con los pasajeros.
Subió y tiró "vamos que nos vamos" y ahí no más le dijo a una señorita "adelante, por favor" con gesto caballeroso. La chica dijo "espero uno más", entre sonriente y sorprendida, ante la masa de gente que amenazaba rebalsar por las ventanillas.
En Acoyte, estación populosa si las hay, empezaron las recomendaciones. Cuando el tren se acercaba al andén, recomendó "los que bajan se van acercando a las puertas y los que seguimos se me ubican en este pasillo, por favor". Ahora que lo escribo noto que suena vigilante, pero cuando lo decía el tipo lo decía con una comicidad a prueba de balas.
De a poco esa comicidad empezó a hacerse más patente. Cuando el tren llegó a Once lo esperaban aproximadamente 4729679502435 personas, a lo que el hombre comentó "mirá, no hay nadie!" Mientras arrancaba para seguir viaje, uno lo increpó desde abajo porque no pudo subir, y un pasajero tiró "y, es pelado, que querés" a lo que el chancho respondió "por eso se quedó pelado, por renegar!"
Cabe aclarar que la mayoría de los que subimos al tren estábamos listos para emular a Michael Douglas y meter día de furia a troche y moche. Hacer bromas con ese público es complejo., cuanto menos.
Podría contar algunas más porque el tipo no paró de meter comentarios, chistes, etc, pero me quedo con la frase que dijo al final: "Si no me lo tomo así, no salgo de mi casa".
Creo que por eso no le pregunté el nombre; quizás, sabiendo como se llama le descubrís alguna macana grossa. Prefiero quedarme con lo que hizo con los pasajeros de ese vagón: nos alegró el viaje
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