martes, 16 de agosto de 2011

Ni tan tan...

Leemos una nota de Santiago Kovadloff en La Nación

"La oposición no existe como tal ni existió tampoco en esta oportunidad. Hubo y hay diversidad de voces que dicen, ante todo, de la dificultad que tienen para escucharse unas a otras. Y la gente castigó esa insolvencia para el acuerdo. Si se sabía que la economía podía tener un papel decisivo en la orientación política de las capas medias, ¿por qué no se supo persuadir al electorado, durante la campaña, de lo que iba a hacerse en esta materia, preservando lo indispensable y transformando lo necesario? Basta una respuesta: la percepción política de quienes lideraron las distintas fuerzas opositoras en estas primarias fue inadecuada para generar confianza y consenso donde tanta falta hacían. El electorado no oficialista manifestó claramente su disconformidad profunda con lo que los adversarios del Gobierno le ofrecían. Tal es la conclusión ineludible que ponen de manifiesto los resultados del plebiscito de anteayer. En otras palabras, ese electorado prefirió lo que había al balbuceo. Y se volcó hacia el Gobierno".

Más allá de la dureza de Kovadloff, que me parece acertada, quiero decir dos cosas en las que no estoy de acuerdo.

Primero: es cierto que el voto castigo a la oposición. Pero no sólo por timorata, sino porque entró en un juego polarizador del que el Kirchnerismo abusó, y del que la gente estaba cansada. Ningún opositor preservó lo indispensable y modificó lo necesario (salvo la propuesta de Binner) sino que todos se dedicaron al hobby de la política argentina: prometer romper todo lo que hizo el anterior.

Segundo: no se puede decir que "el electorado prefirió lo que hay al balbuceo". El electorado prefirió un gobierno que, guste más o menos, luce sólido, frente a la nada. Y no olvidemos que esa elección la hizo un 75% del padrón, nada menos.

Y ojo: no estoy tan seguro de que una oposición menos fragmentada hubiese conseguido mejor performance. Quizás, una oposición más convincentemente unida, y no un rejunte, hubiesen sido una alternativa superadora. Pero las payasadas que se hicieron, esas si que no.

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