Hoy había muchas cosas para comentar. Por ejemplo, la vapuleada apelación de Duhalde al temor, vieja estratagema, para rescatar algún voto más en las elecciones. O los comentarios de De Narváez respecto de su afinidad con el Gobierno. Inclusive de los goles de Teo Gutiérrez para Racing.
Pero no.
En lugar de eso, vamos a hablar de Barcelona-Real Madrid. Vamos a hablar del contraste entre un desempeño mágico del Barsa, y un papelón de la Casa Blanca.
Yo recuerdo que, en la época de Hierro, Redondo, un joven Raúl, el Madrid era un equipazo. Te liquidaba, jugando un fútbol tremendamente ofensivo. Nunca fue el Real un equipo del que se luciera la solidez defensiva, pero siempre se diferenciaba en ataque. Ahí hacían maravillas. Eran los Galácticos, hasta no hace mucho.
El culpable de la decadencia del Real Madrid es Jose Mourinho. Muchos dicen que es un tremendo entrenador. Un gran estratega. Y puede ser.
Pero Mourinho se encargó de calentar todos y cada uno de los partidos importantes que jugó en cada uno de los equipos en los que jugó, sea Porto, Chelsea, Inter o su actual Madrid. Es un pendenciero. Hizo echar a Jorge Valdano, que lo enfrentaba porque anticipaba lo que ahora sucede.
Acá en la Argentina, el epíteto preferido es sorete. Mourinho es mal tipo, y eso quedó demostrado en que él mismo se metió en la pelea física que manchó la final, con lo que es fácil creer que él la propicia en sus jugadores. E incluso tuvo un gesto racista (parece) contra Messi.
Entonces, le aplicamos la medida de Maradona: era el mejor, pero muchas de las decisiones que tomó lo hacen cuestionables. Y para colmo, Mourinho no tiene muchas de las carencias que, en un punto, permiten no compartir, pero al menos entender, al Diego. Encima, Diego con una pelota no admite discusiones. Mourinho si.
Mourinho está arruinando al Real Madrid. Pero no futbolísticamente, en donde sigue siendo uno de los mejores equipos del mundo. Sino deportivamente. Y eso, a la larga, se paga caro.
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