jueves, 28 de julio de 2011

Ruido

La puerta del tren se abrió en Lanús justo cuando en la radio John Lennon le decía de nuevo a Yoko que la amaba ahora y para siempre y un señor con capucha verde se corrió hacia adelante para dejar bajar a la gente y la puerta se cerró y me quedé escuchando y se abrió de nuevo y bajé al subte y la puerta se abrió y se cerró de nuevo como es su costumbre y entonces Jon Anderson empezó a hacer un esfuerzo para tocar su flauta por encima del ruido de las vías y de la gente y la puerta se cerró y se abrió un par de veces más hasta que llegué a la Avenida de Mayo que a la mañana no tiene música sino colectivos y taxis y entonces entré a la oficina que no tiene música y a mis compañeros se les ocurrió faltar a todos juntos por motivos que van desde lo atendible hasta lo infrahumano y entonces almorcé un sánguche marchito y tome agua tónica que aparentemente no es buena para la mala sangre se ve que porque es muy dulce y después de una eternidad de seis horas y de ponerme al hombro un equipo que no es mio salí y volví al subte y la puerta seguía abriéndose y cerrándose y entré y Jon Anderson seguía intentando tocar por encima del ruido de las vías y cuando llegó a la estación justo, justo, se cayó todo el ruido.

Fue un minuto. Pero en ese silencio Jethro Tull sonó con una perfección sobrehumana.

Y en ese minuto pensé "menos mal que en este puto mundo maloliente existe la música".

No hay comentarios: