domingo, 23 de agosto de 2009

Nada que pedir

El sentimiento que tengo por Diego Maradona y por Charly García es similar.

Ante todo, algunas aclaraciones. Diego y Charly corrieron riesgo de que su personaje se comiera a la persona. Se transformaron en quienes no eran, a causa de la drogadicción, principalmente.
Sin embargo, el Diez tenía muchas menos herramientas personales, culturales y sociales que Charly.
Por otro lado, por culpa del partido Argentina- Rumania del mundial '94, que gana el equipo europeo, en la propia Rumania un campesino atacó a siete personas con un cuchillo, porque festejaban estruendosamente la victoria de su seleccionado, en lugar de lamentar la derrota de Maradona. No conozco a nadie que haya hecho eso por Charly, ni siquiera en Argentina.

Dicho esto, ambos guardan cierto paralelismo: ambos son seres increíblemente talentosos, increíblemente controversiales, con un sentido de la trasgresión único. Y ambos corrieron riesgo de perder eso (y, en un punto, lo perdieron).
El Diego dejó el fútbol por una puerta reservada para jugadores de una calaña muchísimo menor a la suya, y hoy por hoy se lo interpela (y con razón) en su labor como DT, por sus malas decisiones del pasado.
Charly, después de mostrar cómo se hace el rock, se volvió una parodia de si mismo, y perdió todo lo que tenía.

Y ahora, entonces, vuelvo a mi sentimiento: me gustaría verlos con final feliz. Charly lo está logrando, de a poco. El Diego me genera más dudas. Espero que estén los dos bien. Y si eso implica que dejen de hacer eso que a todos tanto nos deleita, que así sea.

Muchachos, sigan haciendo lo que más saben. Pero que no se los coma el personaje. Y si no, búsquense un silloncito de frente a algún atardecer, y quédense ahi. Con todo lo que nos dieron, no podemos pedirles más.

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