Arthur Schopenhauer fue un filósofo alemán, seguidor de Kant y Spinoza, y según muchos "antihegeliano", publicó en Dialéctica erística o el arte de tener razón, expuesta en 38 estratagemas. El tipo explicaba cómo hacer para ganar una discusión, independientemente de la verdad de las cosas. Sintetizando: "lo que importa no es la verdad, sino la victoria".
De acuerdo a Schopenahuer, había dos modos, dos vías y 38 estrategias para vencer. Uno de esos modos era el modo "ad hominem", en donde para desarticular el argumento de una persona se ataca a la persona misma, y no a aquello que está diciendo.
En sí, un libro muy interesante, que recomiendo fervientemente.
Ahora, escucho a la presidenta anunciando una (sin dudas necesaria) Ley de Servicios Audiovisuales, y veo como este modo ad hominem se aplica a ella, y a su gobierno, casi infaliblemente: cuando la presidenta dice que la ley busca "Libertad de expresión" y no "libertad de extorsión" a uno (a todos) no nos queda más remedio que pensar que si ese fuese el motivo, entonces el INDEC no sería lo que es, y las estadísticas oficiales no serían lo que son. Hay quienes dirán que semejante análisis es hacer una comparación muy forzada, pero honestamente no lo creemos.
¿Cómo no recordar que el Gobierno cercena sistemáticamente la información pública? Es imposible. Y plantea serias dudas respecto de la intencionalidad del proyecto. Es como si la misma presidenta habilitara el uso de las estrategias.
Por otro lado, escuchamos a los medios decir: "Ningún 'apriete' torcerá nuestro compromiso con la sociedad”, esforzados en aparecer como víctimas. Como si no supiéramos de Papel Prensa, del colaboracionismo con la dictadura, de los intereses creados, de los monopolios…
¿Cómo reclamar el izamiento de la bandera de la prensa libre, cuando pasan esas y otras cosas?
Pero, como si esto no fuese suficiente, escuchamos a la oposición diciendo que, de aprobarse esta ley antes del 10 de diciembre, el resultado sería “legal, pero no legítimo”, cuando en realidad el Congreso de hoy es legítimo, en tanto se le dio legitimidad para Gobernar hasta el 10 de diciembre. Del mismo modo (y la oposición también lo dijo) se pueden revisar éstas y otras leyes, y derogarse a partir de la renovación de los cargos.
¿Cómo evitar sospechar de personas como De Narváez, Solá, Macri, Carrió, tanto como del matrimonio presidencial?
El problema (el de todos) es que la Ley va ser debatida en tanto intereses políticos, y no en tanto necesaria para el bien público. Y las ideas de legisladores valiosos (hay pocos, pero los hay, en todos los espacios) seguirán supeditadas a la obediencia partidaria, al dinero, a las aspiraciones de poder, a las candidaturas.
Volvé, Arthur, y perdonános vos a nosotros.
2 comentarios:
Entonces, ¿qué hacemos? Iluminadnos ante tanta oscuridad.
Corresponsabilidad y solidaridad. pidamosnos como sociedad civil un acuerdo entre todos. Por ejemplo, digo
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