Debo una disculpa adelantada. Habitualmente no leo las notas de Martín Lousteau en La Nación, y no lo hago por puro prejuicio. Hoy leí una y hubieron cosas que me gustaron. Así que reglazo en las uñas para mi, y vamos a los hechos:
"La respuesta a la ampliación de la representación estatal por parte de algunas empresas del sector privado fue de una resistencia inédita y, en mi opinión, errónea: al Estado le corresponde el derecho a hacerlo. Se hace difícil imaginar la misma reacción si fuera Obama quien planteara algo parecido como consecuencia de las recapitalizaciones realizadas por el Estado en ese país durante la crisis. O si se tratara de Sebastián Piñera, Pepe Mujica o Dilma Rousseff. Evidentemente debe haber otras causas".
Si bien, intuyo, se hace medio el dolobu con las causas, de hecho acierta en sugerir que la no aceptación de los directivos del Estado en las empresas privadas parte más de un prejuicio que de una opinión fundada. A la lista de mandatarios yo agregaría, ponele, a Macri o a Duhalde. En el mismo sentido:
"Claramente, hay algo en el ADN del Gobierno que despierta intranquilidad en algunos sectores. Seguramente en ello influye un comportamiento pasado que frente a los límites, tanto legítimos como ilegítimos, ha tendido a redoblar sus apuestas, aún con elevados costos colectivos (...) Pero la postura de parte del sector privado y los medios también desnuda prejuicios, como sucede en el caso de Axel Kicillof y su incorporación al directorio de Siderar. Puedo no coincidir con su visión de la economía, pero se trata de alguien con una excelente formación académica, claramente capacitado para ejercer el cargo para el que se lo postula".
La nota tira además algunos datos que considera importantes. Más allá de que estemos de acuerdo o no con la elección y el enfoque, si la motivación es elevar el nivel del debate, hasta aquí pobrísimo, bienvenido Martín.
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