Bienvenidos nuevamente. Si, si, la pasé muy bien, gracias. Desconecté por suerte la cabeza, y ya estoy (estamos) de vuelta.
En mi primer día de lectura profunda de diarios luego de 15 días, encuentro un par de bellezas.
Primero, la cobertura sobre la interna del PJ Federal. Como ustedes saben, en un alarde de "bolsadegaterismo" fantástico, el acto eleccionario tuvo mucho de actuación y poco de elección. “Eramos cuatro, quedamos tres, parece que somos dos, pero dentro de muy poquito va a quedar uno sólo” dijo Rodríguez Saá, uno de los actores principales. Y es que la interna pejotista se fue quedando sin contertulios, tras las caídas de Das Neves y Felipillo Solá. Imaginan, a esta altura, que poca legitimidad le queda a ese espacio electoral.
A este respecto, en la misma nota, se consigna lo siguiente: "Duhalde avanzará con su idea de conformar una gran confederación de partidos opositores que diriman en la primaria del 14 de agosto con qué candidato enfrentarán al kirchnerismo. Ramón Puerta, uno de los coordinadores del PF, prometió “hacer todo lo posible para reencauzar este proceso”. Parece demasiado difícil". Como puede verse, el acuerdo Panopositor es cada vez más tentador.
Justamente en ese sentido saca hoy una nota Gabriela Michetti. Primero que nada: hasta los lectores de La Nación se burlaron de la falta de profesionalismo de la publicación. Muchos incluso reclamaron "un recuadro con fondo amarillo PRO" para el artículo. Chivo, y evidente además.
Pero yendo al tema de la nota, Michetti reaviva la discusión entre Alfonsín y Macri. Alfonsín dijo esto. Macri respondió esto otro. Coincido con Alfonsín en que hacer alianzas como la Alianza es un error a todas luces. Veamos lo que dice Michetti:
"Increíblemente para la historia más reciente de nuestro país existe un dirigente comoMauricio Macri que, siendo el político de la oposición mejor posicionado en todas las encuestas, propone que todos nos sentemos a la misma mesa a dialogar, sin ningún condicionamiento en términos de candidaturas. Es decir, dejando de lado el hecho de ser quien hoy recibe mayor apoyo de la gente que no quiere votar al kirchnerismo(...)".
La solicitada encubierta de Michetti sugiere que Macri es un ser bondadoso que pone su superioridad electoral al servicio del acuerdo, de los intereses de la Nación, de la seguridad y el bienestar. Olvida convenientemente que ese lugar de supremacía en la oposición es, según las encuestas, el segundo lugar cómodo, detrás de Cristina Kirchner, y que sin el acuerdo no ganan ni él, ni nadie, al menos hasta hoy.
Y sigue: "¿Límite ideológico? ¿A qué ideología se refieren? ¿A la de una gestión de gobierno que encontró a la Ciudad devastada por la falta de compromiso del gobierno nacional y la desidia durante tantos años anteriores al 2007 y empezó a recuperarlo?".
Hermosa refrencia a la idea macrista de que ser funcionario público implica gestionar desideologizadamente, como si la gestión eficaz pudiera carecer de ideologías. El silogismo encubierto parece ser: si yo quiero efectividad sin ideología y tal cosa es absolutamente deseable, ergo en mi frente político pueden estar Macri, Cobos, Pino, Michetti, Balbín, Perón, y el Murciélago Graciani. Y quién niegue eso no sabe gestionar, y merece un latigazo con un fideo mojado.
Recorto una porción más, hacia el final: "¿No deberíamos todos pensar que el verdadero "límite" hay que ponérselo a cualquier práctica autoritaria que ponga en peligro, por ejemplo, la libertad de expresión? ¿Y si se lo ponemos a esta enfermedad que tenemos de no poder sentarnos a dialogar en paz y debatir cuáles podrían ser aquellas políticas que nos comprometemos todos a llevar adelante para que la oportunidad que nuestro país está teniendo desde hace unos años no se desperdicie?".
Pregunto: ¿alguien le diría que no al consenso? La pregunta de Michetti es casi retórica. Y es además cómica, siendo que en los últimos años se generó el llamado "Grupo A" que es un grupo de legisladores opositores que sistemáticamente le decían que no a proyectos de ley del Gobierno. Así como el Gobierno se oponía sistemáticamente a las leyes del Grupo A. Y es más cómica aún, viniendo de un partido como el PRO, cuyo máximo referente vetó 77 leyes en 3 años y medio.
El próximo candidato de la oposición será quién esté a la altura del conflicto, o si no no será nadie.
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