miércoles, 6 de agosto de 2014

Esperanza

El mundo es un sitio cada vez más complicado. Me permito hacer una lista de las cosas que (me) preocupan, sin orden de prioridades ni ningún otro:

 - La guerra en Medio Oriente.
 - La guerra Ucrania-Rusia
 - La epidemia de Ébola en África
 - La situación financiera de la deuda en la Argentina
 - FAO dice que hay 870 millones de personas en el planeta sufren hambre. O sea, 1 cada 8.

Y siguen las firmas.


Observen la candidez con la que están planteados estos problemas. No escribí "la invasión Rusa en Ucrania" ni "La intervención de occidente en el gobierno ucraniano". Traté, adrede, de bajarle el tono a las cosas.

El objetivo de esa candidez era señalar que, desde el rincón menos pensado, la vida te sorprende para bien. Cada tanto, tampoco hay que acostumbrarse. Pero a veces pasa.

Cuando le cuente a mi hija la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo, le voy a poder contar un capítulo alegre entre tantos tremendos. Le voy a poder decir que yo estaba vivo el 5 de agosto de 2014, día en que Estela de Carlotto encontró a Guido. Y que ella también!

Y voy a poder darle esperanza. Una esperanza que todos sostuvimos y recuperamos cada vez que una abuela recuperaba a su nieto. Una esperanza que nos renueva las ganas de enfrentarnos a nuestros mucho más pequeños, mucho más mundanos y cotidianos problemas. Y que también nos envalentona para atacar aquella lista de arriba, que de solo leerla nos quiebra las rodillas.

Espero, en lo que me toca, tener una onza del coraje que a las Abuelas les sobra.

No hay comentarios: