miércoles, 20 de agosto de 2014

Crónica desordenada de un cínico en un curso de preparto

(Ante todo vale aclarar que no estoy en contra de los cursos preparto, ni en general ni en particular; que enseñan muchas cosas útiles con la mejor onda, en un momento en el que uno no entiende mucho de nada. Sólo escribo esto porque... bueno, porque me causa gracia)




La primera impresión es odorífera. No más entrar al amplio departamento, se siente olor a bebé. Tengan esta primera frase en cuenta, porque será el único momento en el que este humilde futuro padre demuestre algún sentimiento.

Entramos y en la sala esperaban 4 madres con sus esposos, una madre sin, y un padre sin. La madre esperaba a su significant other, y el padre lo mismo. Nos recibió una secretaria (el nos implica a mi señora y a mi) que nos atendió luego de a otras dos chicas, nos tomó los datos, y nos dijo que nuestra prepaga cubría sólo dos de las 6 reuniones, por lo que restaban pagar 600 morlacos.

Luego, fuimos a ver a la partera. Macanuda, amigable, gran generadora de confianza. Me dijo que sólo tengo que ir a 3 de las 6 reuniones. Grossa.


Finalmente, entramos al curso.


Imaginen un salón de unos 5x7 metros. De un lado largo espejos, del otro un ventanal a un parque (era un departamento en 1° piso; extraño). Alrededor de las paredes, 35 embarazadas, algunas con sus esposos/maridos/amantes, algunas solas, e incluso una con su madre, o con una pareja inusitadamente mayor y con rasgos muy parecidos.

La primera impresión es el rostro de los padres. No hay uno, pero uno, que no tenga una expresión de "que carajo es esto".

Mientras agarraba una colchoneta y me sacaba los zapatos, me di cuenta de que el pantalón de vestir clarito y la camisa no eran la vestimenta adecuada, en un lugar en el que predominaban los joggings y las zapatillas. Rápidamente recordé que tenía otro pantalón listo en casa, y me senté en la colchoneta, con la espalda contra una pared y mi señora entre mis piernas, de espaldas. Aparentemente esa es la postura indicada, aunque no reviste ninguna ventaja, principalmente porque, como van a ver, las actividades eran individuales.

Recorrí a los participantes y empecé a asignarles nombres de fantasía: "Madre sola", "Cara de Miedo", "Trillizos", "No llegan juntos al segundo", "No se bancan la risa", etc.

La profesora empezó a explicar que hay dos tipos de respiración posibles, o bien el aire a la panza o bien a las costillas, y que a quién le quede cómoda una quizás la otra le incomode y viceversa. Empezamos con la primera. Pidió que cerremos los ojos, e inmediatamente el timbre de voz se agravó y se hizo monocorde, como si estuviese buscando hacernos entrar en trance a fuerza de sonidos bajos. Volveré, dijo James Earl Jones, y daré cursos preparto.

"Aflojamos la mandíbula; ¿entra más aire? Ahora la lengua; ¿entra más aire?". La pregunta parecía un mantra, cada cosa que aflojábamos debía suponer un mayor ingreso de aire.

"Aflojamos las manos, de modo que el dorso toque el piso, y entregamos las palmas al cielo", dijo, y luego, con el mismo tono monocorde: "Aflojamos el esfínter anal, y las chicas, el esfínter vulvar".

Menos mal que aclaró.

Como supondrán, fue demasiado. "No se bancan la risa" soltaron una carcajada contenida, y estuve tentado de acompañarlos. Mientras tanto, en lugar de tener los ojos cerrados, "No llegan juntos al segundo" se miraban con desprecio.

Mientras tanto, la profesora seguía contando "2, 3, 4" (vieron que los profesores de Ed. Física cuentan desde el 2, SIEMPRE?) En teoría teníamos que respirar en 4 segundos, aguantar 4 segundos, soltar en 6 y esperar 2 antes de volver a empezar. Todo mientras relajábamos los esfínteres. "Soltamos tooooooodo el aire", indicaba el cierre del ciclo respiratorio. Otro de los mantras, que parecían memorizados.

Cuando una chica dijo "a mi aguantar en apnea me resulta poco confortable", la profe respondió que la onda era respirar con comodidad, lo que reducía considerablemente la importancia de lo que nos estaba enseñando. En fin.

Luego vino la parte de enseñar a pujar. Aquí los padres no pueden tocar la panza de la madre, no le pueden hablar a la madre demasiado, porque a ella no le conviene contestar para concentrarse, y ocupan en términos generales un rol relativamente secundario.

La profesora empezó preguntando por dónde sale el bebé, y burlándose de las respuestas que no eran la que ella buscaba, que era "por la vulva", palabra con la que aparentemente tenía una fijación rayana en lo patológico, y que solía acompañar señalando y agarrándose su propio órgano. Luego de un par de intentos de pujes, en los que "tienen que enviar la fuerza hacia la vulva", la profesora cerró el tema diciendo que una forma para saber si se estaba direccionando la fuerza correctamente era colocar un espejo entre las piernas para poder observar, o bien, que la madre o el padre coloquen su mano.

"No se bancan la risa" estallaron, y contagiaron al marido de "Trillizos" que había llegado tarde y era mucho más pequeño que su pareja, por lo que la risa sonó algo ahogada. "No llegan juntos al segundo" ya estaban dejando la colchoneta, y "Cara de miedo" recuperaba el color en las mejillas.







2 comentarios:

Mr. Arturi dijo...

Me dicen que el blog pide cuentas de mail para permitir el comentario. A ver si lo arreglé...

Niña Hereje dijo...

AHora.

Me encantó el último párrafo. Todo sea por Julia y por tu mujer! pantalón clarito en Agosto no go.