Pocos de
quienes leen este blog asiduamente tendrán dudas respecto de la desfavorable
opinión que tenemos aquí de la fuerza política gobernante en la Ciudad de Buenos Aires (con
suerte, eso no hará que nos etiqueten como “K”; tampoco tenemos una opinión favorable
de ellos, pero ese es otro tema).
Aclaramos
esto porque, si alguien no lee esto hasta el final, puede entender una defensa
del macrismo. No lo es.
Vamos
entonces.
Las lluvias
de los últimos días están entre las más tremendas de las que se tenga registro.
La cantidad de milímetros caída duplicó la anticipada por el Servicio
Meteorológico en base a modelos climáticos en la Ciudad. Cayeron más de 150 mm en algunas zonas, y
en La Plata ese
nivel se duplicó. (Acá dejo infografías de La Nación sobre la tormenta en Bs As y La Plata). Se entiende que
proveer para semejantes extremos es imposible. Si no, recuerden lo complejo que
resulta utilizar cualquier servicio en momentos de demanda pico (sms el día del
amigo, pónganle).
Sumamos.
Seguimos.
Todos los
días, TODOS, hay problemas con el transporte. Trenes que no funcionan. Subtes
que no funcionan. Calles colmadas. Colectivos que se llenan y no paran antes de
llegar a la mitad de su recorrido. Ustedes completen el nombre de la ciudad.
¿Hace
calor? Colapsa el sistema eléctrico ¿Frío? No hay gas.
Todas estas
alternativas golpean siempre con más fuerza a aquellos que menos fuerza tienen.
El frío se siente mucho más sin campera; y más aún sin comida.
Ante esto,
reclamos. Válidos reclamos. Necesarios reclamos. Reclamos que, sin embargo,
generan dolor y división entre reclamantes, y desinterés entre destinatarios.
Tenemos dos
preguntas:
¿Qué hace
falta para que alguien piense en un plan integral? Un plan que solucione los
problemas de una ciudad que no da para más. Buenos Aires llegó hasta acá. Esto
es todo lo que nos puede dar. No podemos borrar la
Gral Paz y correrla unos kilómetros. No
podemos ganarle más terreno al río. Y más importante, esas posibles soluciones
no son ni soluciones ni posibles. Porque la respuesta no es agrandar la ciudad.
La respuesta
es achicarnos nosotros.
Esto es lo
que debería tener en cuenta un plan integral. Debería tomar decisiones que
molestarían (no más autos particulares, trenes sólo bajo tierra), decisiones
que expertos deberían indicar y políticos deberían implementar, pese al costo político inmediato.
Y que los
ciudadanos deberíamos reclamar. Es necesario dar un paso de conciencia, y
empezar a reclamar más por aquellas cosas que nos dañan más. Es necesario
buscar alternativas para el reclamo y la participación. No es solamente un
derecho. Es una obligación. Y es una obligación bancarse medidas que hoy molestan, pero que en el mediano plazo hacen el lugar en donde vivimos más habitable.
Y esta es
la segunda pregunta: ¿qué hacemos? La clase política, evidentemente, no será la
solución, al menos por ahora ¿qué nos toca? ¿Revolución armada? ¿Votamos todos
en blanco? Es una pregunta honesta, sin
chicanas. El que tenga una idea, tírela. Estamos desesperados.
Hasta acá
se registraron 54 muertos en el AMBA y en La Plata.
Repito. Se
murieron 54 personas. Porque llovió fuerte, se murieron 54 personas.
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