martes, 11 de septiembre de 2012

Nuestra libertad

Se dijo mucho sobre el 11 de septiembre.

Sobre las Torres Gemelas, mucho. Sobre los aviones, el ataque al mundo libre, la guerra contra el terrorismo, mucho se ha dicho.

Se ha dicho mucho, también, pero mucho menos, sobre nuestro 11 de septiembre.

A veces, al hablar de golpes de estado, se olvida que, independientemente de errores y aciertos, el gobierno al que se derroca es un gobierno electo. Democrático, que ganó elecciones. Que cumple un término de Gobierno, y que, de ser necesario, puede ser removido de su cargo a través de las instancias que corresponden.

A veces, en el juicio de quienes derrocan, se olvida eso.

Es comprensible. En el juicio se pone en balanza las 5, 100, 3000 u 8000 vidas que ya no están. Ante eso, pasarse la democracia por el traste es casi un adorno, un detalle.

Hoy alguna gente no recuerda nada. Muchos recuerdan como un barbudo con turbante le mostró a los Estados Unidos, por las muy malas, que en una guerra ambos bandos tienen miedo. Y quienes no lo vivieron, recuerdan alguno de los millones de videos del avionazo contra las Torres, casi en vivo, cuando el avión recién se estrellaba.

Y algunos recuerdan el discurso final de Allende, por radio; recuerdan los aviones sobre la Moneda. Y si no lo vivieron, recuerdan haberlo visto, en algún video perdido, muchos años después.

Vaya hoy nuestro recuerdo a todos los ataques a la libertad y a la autodeterminación de los pueblos.

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