Que no se diga que criticar a Hugo Moyano es, en éste blog, un signo acomodaticio de los tiempos. La Varietè viene señalando al "compañero" cegetista desde hace rato. Y no por la tilinguería clasemedista que lo detesta por default, sino con posteos como este, este, este y este, entre muchos otros.
Como Moyano no cambió nada (a pesar de la sorpresa de muchos) seguimos con la misma tecitura.
Hugo pide ahora que se aparte a Boudou de su cargo hasta que se resuelva el caso Ciccone. Vamos, como siempre, por partes.
La investigación de Ciccone debería seguir exhaustivamente a Boudou, a fin de aclarar la situación del vicepresidente. Del mismo modo él debería haberse excusado de presidir la sesión del Congreso que trataba la expropiación. No hubiese cambiado la resolución, pero hubiese sido un gesto correcto. Por otro lado me encantaría creer que, si Boudou es responsable de algún delito, va a ser puesto a disposición de la justicia, pero no puedo. Hoy Clarín hace hincapié en que De La Rúa es el primer presidente en llegar a Juicio Oral en la Argentina. Así que mi incredulidad no es con el kichnerismo, es con la Argentina.
Pero todo esto toma un cariz tragicómico cuando notamos que quién pide la separación del cargo es Moyano. El mismo tipo que sostenía que era Boudou y no Filmus quién debía ser Jefe de Gobierno. Y el mismo tipo que, ante procesamientos, alternó defensas (Venegas) e indiferencia (Pedraza) con compañeros sindicalistas, por motivos que poco tenían que ver con lo honesto de cada uno.
Entonces, ¿puede una persona cambiar de opinión? Puede ¿Puede que Moyano se haya desilusionado de Boudou? Puede. Pero es más probable pensar que, en su contexto de pelea, Huguito lo busca a Amado porque le conviene, y no por un repentino deseo de que se haga justicia.
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