Una cosa es ser rápido y otra es estar apurado. La primera encierra precisión, exactitud. La segunda connota torpeza, irresponsabilidad.
Esta y otras reflexiones me merecen este artículo que publicó el diario el Cronista, y que firma Alejandro Rozitchner. En el artículo el autor menciona que odia a la gente lenta. A quienes "se toman su tiempo". Sin embargo, entre tomarse su tiempo y ser lento hay, creo yo, una diferencia más sutil.
Un amigo con el que realizamos varios viajes de trekking solía caminar por la montaña con extraña lentitud, al tiempo que afirmaba: "éste es el ritmo de la montaña". Varios se le quejaban, porque sentían necesidad de caminar más rápido. Sin embargo, cuando cada uno caminaba al ritmo que quería, a todos se les complicaba llegar, y quienes lo hacían llegaban agitados, cansados, mal. Mientras tanto, quienes respetaban "el ritmo de la montaña", tardaban algo más, pero llegaban bien.
Con esto quiero decir que ser rápido es hacer las cosas en el menor tiempo posible, considerando los resultados. Si un futbolista es muy veloz y no controla la pelota, es corredor, no futbolista. Ser un apurado es desbordar y no poder tirar un centro como la gente; una especie de Piojo López de la vida.
Ahora bien: coincido con el autor de la nota en que hay gente a la que nada le importa.
Ejemplo: caja rápida del tren, Ferrocarril Roca, 7:51 AM. Diálogo entre cajero y potencial pasajero
"-Ida y vuelta a Plaza (el cajero le entrega el boleto) -cuanto es?"
No, amigo. No. Si es una caja rápida implica que llevás el dinero separado. Sabés cuanto sale el boleto. Porque si no te estás cagando en quienes buscamos monedas en casa, o caminando por la calle, para no demorar. Ahi si, la caja es "rápida". No es una caja apurada, sino que hay que evitar demorar en cosas evitables. Como contrapartida, si por accidente se te cae una moneda, esa demora es imprevisible. Mala suerte.
Y a los que alegan que tomarse su tiempo es siempre bueno...
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