Esta es la parte de las elecciones similar al momento en el que el técnico de un equipo confirma los once titulares (si se imaginó otro deporte, imagine de nuevo). Los economistas, politólogos y opinólogos en general comienzan a especular cómo se para cada equipo, cual va a salir a buscar el partido, cual apuesta a la contra, y cual firma un empate, o hasta una derrota decorosa. La mayoría de los argumentos para cualquiera de estos pronósticos es berreta, escasa, opinable y sesgada. Los engranajes de la parodia democrática se sacuden el óxido y vuelven a arrancar; son como un auto viejo, van lento, pero no fallan nunca.
Ahora bien: no podían hacerlo otro día? Justo un domingo? Bastantes cosas malas tiene el domingo como para que, encima, tengamos que enterarnos los candidatos a encarajinarnos la vida. No es justo.
Por eso les dejo este tema, una obra maestra de George Harrison en su etapa beatle. Una pieza que podría haber sido compuesta por Beethoven bajo los efectos del LSD. Y que, de yapa, los llama a todos ellos por su nombre.
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