jueves, 10 de diciembre de 2009

Cocido a fuego lento

Imaginen una aterradora glaciación, en la cuál un tercio del planeta queda cubierto de nieve y hielo. Bueno, no lo imaginen, hay una película que ya lo hizo por nosotros. Pero imaginen que eso sale del celuloide y viene posta.
O una inundación que cubra todas las costas del mundo. O una sequía que liquide pueblos enteros.

Ahi si nos juntaríamos todos. Ahi si dirían "eh, loco, pongámonos las pilas". Pero claro, una sequía mediana por acá, un tsunami por allá, un terremotito, una pavada, se van sumando, y entonces como en Champs Elyseès, Park Avenue y Puerto Madero las cosas siguen marchando, no hay drama. El acuerdo se patea para adelante.

Es como el ejemplo de la rana. Solo que nosotros no estamos hervidos, estamos al horno.

Duplicar esfuerzos

Capaz no se dieron cuenta, porque es posible que sólo lean las partes informativas del diario, o que no lean La Nación. Pero la "tribuna", en su edición on line, tiene dos secciones que se han ido metamorfoseando entre si. Se trata de los "Flashes" (en canchallena.com) y las "Estrellas en un flash", en el sitio principal.
Antes, la primera era una jodona galería de fotos, mientras que la segunda era... bueno, celebrities aburridas con epígrafes aburridos.
Los flashes están buenos, los epígrafes son humoradas, y tiene algunas secciones fijas: Caripelas, la Miss, el Míster, las Grossas, etc.
Ahora resulta que las Estrellas en un flash están haciendo lo mismo!!
En fin, más imaginación, gente.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Hagan las paces

"That was you first mistake/you took your lucky break and broke it in two"

"The only thing you done was yesterday/And since you're gone you're just another day"

Ya es tiempo de que no se peleen más, muchachos.

Más famoso que...

"La base del optimismo es puro terror". Oscar Wilde


Si aún no estoy muerto...

Vieron cuando hacen falta pocas palabras?

martes, 8 de diciembre de 2009

8 de diciembre

Se levantó temprano a la mañana. Imaginó a Gloria, como suponía que él lo estaría haciendo con su esposa, al mismo tiempo. Dejó sus cosas en la habitación del hotel; ya no importaban.
Salió a la fría mañana neoyorquina, sintiendo que le explotaba la cabeza, que las entrañas le ardían; que enloquecía de a poco.
Llegó al edificio. Charló con otros fanáticos. Con el portero. Incluso estrechó la mano de Sean, que con 5 años caminaba por la calle con el ama de llaves.
Seguía perdido. Trataba de dominar su impulso. Trataba de volver al hotel, pero las piernas no le respondían. Trataba de arrepentirse.
No lo hizo. Se quedó en el Dakota, e incluso llegó a estrecharle la mano. A ese que era todo lo que él debía (y no podía) ser. A Holden Caufield.
De noche, la oscuridad y las luces intermitentes le hicieron saber que su suerte estaba echada. "This is my statement", pensó. Y entonces, llegó él, de nuevo.
Casi no sintió a sus labios diciendo "Mr Lennon"; casi no le ordenó a su mano levantarse, al gatillo disparar una, dos, mil veces...

"Siento que ahora, a los 53, tengo una mayor comprensión de lo que es una vida humana, he cambiado mucho. Estoy avergonzado. Ese es mi primer pensamiento. Lamento lo que hice”.

Mark David Chapman

La prueba del teléfono

El celular puede ser realmente molesto cuando uno prefiere que no lo encuentren. Claro, la mayoría de ellos tiene el botón "off", pero tener un celular apagado es como tener un auto sin nafta: al pedo.
Sin embargo, este no es un velado apoyo al tarifazo tecnológico. Al contrario, los celulares nos han ayudado involuntariamente a saber quiénes son nuestros verdaderos amigos.

Como? Simple. Vaya a su lista de contactos de su teléfono móvil. Observe cuántas personas le dieron su teléfono. Esas serían lo que damos en llamar el segundo cordón de amigos. Esto es, amigos suficientemente cercanos como para que ud pueda llamar, a cualquier hora, a un teléfono que es básicamente de uso público. A todo el mundo le damos el celular: citas fallidas, ex novias reventadas, jefes mala/buena onda, plomeros matriculados, y que se yo. De mirar el celular, se pueden encontrar muuchas cosas.
Ahora bien: si además del número de celular hay un número de telefonía fija, entonces la cosa cambia. Y mucho. Porque el número fijo es el equivalente de la intimidad del hogar. Es el que uno sale corriendo de la ducha a atender; o se lleva a la ducha, si es inalámbrico.
Si una persona está dispuesta a atenderle el teléfono a uno en la ducha, sentado en el inodoro o cortándose las uñas de los piés, entonces esa persona pasa a un siguiente cordón, que sería el primero, digamos.
Claro, este sistema no nos permite definir quienes serían la Capital Federal de amigos. Probablemente sean esas personas de las cuáles aún sabemos el teléfono de memoria...