miércoles, 28 de mayo de 2014

Decisiones digitales






(crédito de la foto



Voy a ser papá. Quizás este es el dato que debí haberles dado en el último regreso del blog. Sepan disculpar.

La cosa de esperar un hijo... bueno, en realidad no la sé. La sabré cuando esto pase, tal el funcionamiento de la experiencia. Pero haciendo futurología puedo decir que la cosa de esperar un hijo es que uno asume la responsabilidad de tomar decisiones que, de un modo mucho más tangible que hasta entonces, repercutirán en su vida (la del hijo).

Hasta ahora los destinos que uno elegía coleteaban en no muchas más personas, ni de una manera tan drástica. En todo caso, si uno moqueaba los otros tenían albedríos propios con los que defenderse. (No le estoy sacando el cuerpo a la empatía; intento establecer una comparación)

Sin embargo, ahí está uno, conduciendo ahora los destinos de un bicho indefenso como el que más en la creación, con las mismas armas con las que uno viene conduciendo su vida hasta entonces, que no son muchas.

Inquietante, sin dudas. Muy inquietante.

Imagino que a lo largo del desarrollo de la humanidad algunas cuestiones que atemorizan a los padres se habrán mantenido (la madre de la Edad Media diciéndole a su marido "mi hijo es trovador y no caballero, ¿que hicimos mal, viejo?), pero otras se modifican.

Larga introducción para llegar al quid: la "presencia digital" o "digital footprint".

(Digresión: la traducción de "digital footprint" es "huella digital". Pero, claro, en español la huella digital es otra cosa. Agradecemos a los señores lectores que nos acerquen el neologismo aceptado si existe. Mientras tanto, vamos con "presencia digital").

Esto no es una crítica a los padres que suben fotos de sus hijos a Facebook, Twitter. Flick, Foursquare o cualquier otro sitio que así lo permita. Como dije, cada uno hace lo que puede. Pero no puedo evitar preguntarme si empezar a subir fotos en Internet de una persona que no tiene aún capacidad de digerir comida sólida es prudente. Se trata de fotos que las redes sociales podrán utilizar aún si uno se baja, aún si decide convertirse en ermitaño e irse a vivir a San Marcos Sierra, o lo que sea.

En otra época, las fotos de personajes indeseables se tiraban o se escondían en cajas para nunca más salir (en una época, niños, las fotos se imprimían en papel. Y sacar más de 36 salía mucha plata). Hoy se googlea y ya.

Cualquier adulto está capacitado para entender este riesgo y manejarlo. Si es privado, no lo subas, y viceversa. Ahora, ¿un niño que no puede ir sólo al baño?

La presencia digital no me parece una pavada. Y creo que una de mis primeras decisiones como padre es que mi futuro hijo va a tener en sus manos la decisión de subir cosas a Internet cuando pueda hacerlo. (Claro, entonces se abrirá una nueva discusión, en la cuál tendré que supervisar lo que sube, aprender a guiarlo, e ir permitiéndole acceder a los contenidos apropiados para su edad; paso a paso, amigos)

Mi señora y yo venimos evitando subir fotos de la panza, y nos limitamos a fotografiar escarpines y practicunas, en un ejercicio simbólico (gracias Peirce).

¿Ustedes creen que estoy siendo demasiado paranoico?





1 comentario:

Niña Hereje dijo...

Estoy tan de acuerdo. Claramente al adulto que será tu bebé algún día, le habrás condicionado el pasado -para bien y para mal, pero lo malo seguro va a ser muy poquititooooo como hacerlo hincha de un cuadro que no jajaja- cuánto menos no de esa manera. Será libre de irse San Marcos Sierra nomás.

Tampoco me parece menor el tema de la seguridad.

Felicidades otra vez!!!