jueves, 7 de marzo de 2013

América Latina

El fallecimiento de Hugo Chávez debería tomarse en primer lugar como la muerte de un tipo de 58 años a manos de una enfermedad terrible. En segundo lugar, como la muerte de un presidente constitucional, votado por una cómoda mayoría de su pueblo en el mes de diciembre. Y en tercer lugar como la desaparición de un líder regional que, equivocado o no, estaba comprometido con sus ideas. Algo que no muchos pueden decir.

Este será un post que, como todos los textos que analizan la historia mientras sucede, serán desprolijos y estarán errados en más de un pasaje. Por ahora, son impresiones.

Muchas cosas separan la ideología de este blog con el manejo que Chávez hizo de la política venezolana. Y en muchas otras estamos de acuerdo. Sin embargo, no vivimos en Venezuela. Los venezolanos votan, se autodeterminan. En este sentido, Beatriz Sarlo saca hoy una nota en la Nación en la que señala algo que nos parece fundamental:

" (...) en la mayoría de los países sudamericanos, la democracia no ha persuadido de que es un régimen capaz de superar los límites que le plantean la pobreza y la injusta distribución del ingreso, la violencia (que en Venezuela perduró y se agravó durante el chavismo) y la destitución en la vida cotidiana"

Los defensores de la institucionalidad suelen pasar por alto que el hambre, la pobreza, el deshaucio, ponen a las instituciones en jaque. Como alguna vez dijo Saramago, "Podemos tener todas las instituciones y partidos funcionando con unas normas establecidas, pero por detrás se estará produciendo un vaciamiento de la democracia". Ese vacío, y no la institucionalidad pulcra y enajenada, deberían ser objetivos de los líderes. Por eso, en su vida y en su muerte, Chávez es tan recordado. Los pobres no le eran indiferentes.

Lo que rescatamos de Chávez es su intención de mirar hacia América Latina por una vez en la historia del subcontinente. Un subcontinente que, en los últimos años, ha mejorado. Esto lo dice la ONU, no el Indec. La tarea de unirse con los países de Latinoamérica fue central en la idea chavista. Ojalá que esto no cambie, ni en Venezuela ni en ningún otro país.

Al cierre de este post muchos nos supondrán Chavistas encubiertos, o hipócritas oportunistas. Lo cierto es que a Venezuela le vendría bien cambiar muchas cosas. Pero esas charlas quedarán para otros días. Hoy elegimos pensar en América Latina, que después de 12 años de avances, sigue teniendo una deuda enorme con sus más necesitados. Es lo que Chávez pedía.


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