Hace un tiempo, en éste post, decíamos que la falta de conferencias de prensa era un punto flaco en este gobierno, porque afecta a los trabajadores del periodismo (no así a las empresas mediáticas) y porque deja huecos que se ocupan con información falsa o medias verdades. En los comentarios de ese post un lector nos decía esto: "Que se den conferencias con preguntas no asegura nada en el actual estado de inseguridad informativa.(...) Además el nuevo modelo comunicacional cada vez requiere menos la
"mediación" periodística. El periodismo actual, no solo aquí, está
dedicado a la inferencia y la conjetura. Eso no va a cambiar que haya
conferencias".
El concepto de inseguridad informativa fue creado por Ignacio Ramonet. Lo menciona brevemente aquí. Básicamente, Ramonet dice que el mundo "Está lleno de informaciones falsas y de rumores, que a partir del
momento en que un medio creíble las reproduce se convierten en verdades".
Es decir, el hecho de que la Presidenta responda o no conferencias de prensa no modificaría este escenario. Al menos, esto decía aquél lector.
Yo creo que si se modificaría el escenario. No porque una respuesta más o menos vaya a modificar el actual estado de inseguridad informativa. Esto no va a cambiar. Si es importante porque dejaría en evidencia a esas informaciones falsas, a esos rumores (el problema, claro, es que se evidenciarían falsedades de ambos lados). De esta manera, la información confiable sería una alternativa; algo que hoy no sucede. Y la fuente de información confiable sería nada menos que el gobierno. Pavada de credencial.
Pero vamos más allá
En la clase que dio en la Universidad de Georgetown, Cristina Fernández afirmó lo siguiente: “Yo cumplo con el principio de difusión republicana de los actos de gobierno, y además cuando voy a actos siempre contesto preguntas de periodistas". Es un link de Página 12.
En qué quedamos?
Digo, si alguien me dice "yo no doy conferencias de prensa porque la inseguridad informativa no me garantiza nada", yo no lo comparto, pero lo entiendo, como en aquél momento entendí el comentario de aquél lector. Pero "siempre contesto preguntas"?
Acá esta el comunicado de los periodistas acreditados en Casa de Gobierno:
“La Sala de Periodistas de la Casa de
Gobierno desmiente las palabras de la presidenta Cristina Kirchner, que
durante una ronda de preguntas en la Universidad de Georgetown sostuvo
que dialogaba ‘permanentemente’ con los cronistas acreditados de la Casa
Rosada.
La jefa del Estado dio su última conferencia de prensa formal el 15 de agosto de 2011.
Cuando los acreditados logran acercarse a la
Presidenta después de los actos, Cristina Kirchner habitualmente no
responde las preguntas.
Los periodistas acreditados reiteramos la
necesidad de que tanto la jefa del Estado como sus ministros den cuenta
de sus actos de gobierno, reclamamos conferencias de prensa y libre
acceso a la información pública.
Una vez más, reiteramos nuestra preocupación
por la falta de información sobre la agenda presidencial y reclamamos se
habilite nuevamente el acceso dentro de la Casa de Gobierno a dialogar
con los asistentes a los actos o invitados al despacho presidencial”.
Son todos los periodistas acreditados. Todos confirman este dato.
Entonces, más allá de que la negación de las conferencias de prensa tenga un sostén debatible o no, el problema acá es no dar conferencias, no responder preguntas, pero decir que si. Si no hay conferencias y hay un motivo conceptual, debatimos. Ahora, si hay chicanas y desviaciones, lo único que se está haciendo es contribuir a la inseguridad informativa.
jueves, 27 de septiembre de 2012
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Comunimedios
Me han dicho kirchnerista. Me han tratado de salame, y han sugerido que sufrí lavados de cabeza. Siempre que defendí la ley de medios, me dijeron cosas como esta.
Pocos entendieron que mi defensa era por la ley. Que nada sugería (más allá de la fuerza con la que se impulsó la ley misma) que el gobierno fuese a hacer cumplir lo que proponía. Esto, sin embargo, no quitaba que la ley fuese buena, que fuese a superar al kirchnerismo, y que como tantas leyes, fuese a quedar para la posteridad. Si, una vez aprobada, la ley no se cumplía o se instrumentaba como correspondía, la evaluación sería contra el gobierno. NO contra la ley.
Hoy la ley sigue parada. Sin dudas, el freno a la ley se debe en gran medida a los intereses que toca. No es ajeno a nadie con dos dedos de frente el lobby en contra de la ley que han hecho todas las empresas de medios comerciales. Pero hay ciertas partes de la ley que no avanzan porque nadie las mira. Y el nadie que me preocupa acá es el gobierno.
En una nota de Página 12 de hace unos 15 días salió esta nota. Cito una parte: "La sustentabilidad tiene que ser leída como un problema y no como un requisito a priori por la autoridad de aplicación, convirtiéndola en prohibitiva a la hora de otorgar una licencia". O sea, el objetivo de los medios comunitarios debería ser medido, no con calculadora, sino de otras formas.
Esta nueva forma de medición es responsabilidad del Estado. No les vamos a pedir a las empresas periodísticas o mediáticas que reclamen sustentabilidad para los medios contrahegemónicos. Eso es estúpidamente inocente. Lo tenemos que pedir nosotros, y el Estado tiene que cumplirlo.
Elaborar planes de sustentabilidad es posible, no hay ningún amparo ni ninguna cautelar contra eso. Se puede idear. Hasta acá, si se ideó no se informó.
Hoy Jairo Straccia habló del tema en el programa de Gillespie, y recomendó el laburo de Natalia Vinelli, recomendación a la que me sumo.
Y ahora no me digan gorila. Ok?
Pocos entendieron que mi defensa era por la ley. Que nada sugería (más allá de la fuerza con la que se impulsó la ley misma) que el gobierno fuese a hacer cumplir lo que proponía. Esto, sin embargo, no quitaba que la ley fuese buena, que fuese a superar al kirchnerismo, y que como tantas leyes, fuese a quedar para la posteridad. Si, una vez aprobada, la ley no se cumplía o se instrumentaba como correspondía, la evaluación sería contra el gobierno. NO contra la ley.
Hoy la ley sigue parada. Sin dudas, el freno a la ley se debe en gran medida a los intereses que toca. No es ajeno a nadie con dos dedos de frente el lobby en contra de la ley que han hecho todas las empresas de medios comerciales. Pero hay ciertas partes de la ley que no avanzan porque nadie las mira. Y el nadie que me preocupa acá es el gobierno.
En una nota de Página 12 de hace unos 15 días salió esta nota. Cito una parte: "La sustentabilidad tiene que ser leída como un problema y no como un requisito a priori por la autoridad de aplicación, convirtiéndola en prohibitiva a la hora de otorgar una licencia". O sea, el objetivo de los medios comunitarios debería ser medido, no con calculadora, sino de otras formas.
Esta nueva forma de medición es responsabilidad del Estado. No les vamos a pedir a las empresas periodísticas o mediáticas que reclamen sustentabilidad para los medios contrahegemónicos. Eso es estúpidamente inocente. Lo tenemos que pedir nosotros, y el Estado tiene que cumplirlo.
Elaborar planes de sustentabilidad es posible, no hay ningún amparo ni ninguna cautelar contra eso. Se puede idear. Hasta acá, si se ideó no se informó.
Hoy Jairo Straccia habló del tema en el programa de Gillespie, y recomendó el laburo de Natalia Vinelli, recomendación a la que me sumo.
Y ahora no me digan gorila. Ok?
jueves, 20 de septiembre de 2012
Es culpa nuestra?
Cortito, porque los tenía re abandonados.
Es un tema que vamos a ampliar este, pero lo tiro: ¿tenemos los medios que nos merecemos?
Una frase muy usada en democracia afirma que un pueblo tiene los gobernantes que se merece. O sea, si todos los políticos son corruptos/ladrones/soretes o genios/honestos/serviciales, es un reflejo de quienes los votamos.
Un amigo mío siempre decía (y esto si es cierto) el grupo es reflejo de su dirigente, o sea, más o menos al revés. Se refería a grupos educativos juveniles, más que nada. Pero bueno, es la premisa opuesta.
Ahora: ¿y los medios?
No amplio. Solamente tiro una anécdota de hoy. En una nota de Del Potro, Clarín habla de que Juan Martín se abrió de la polémica y se fue a pescar. Entonces, en los comentarios de abajo, uno acusa a "los periodistas" de abusar de una pavada, y dice que Juan Martín es intocable.
Y abajo, justo abajo, aparece otro comentario que cito textual: "Intocable? es un puto cagon pecho frioo , no siente una mierda la camiseta argentina"
Es un tema que vamos a ampliar este, pero lo tiro: ¿tenemos los medios que nos merecemos?
Una frase muy usada en democracia afirma que un pueblo tiene los gobernantes que se merece. O sea, si todos los políticos son corruptos/ladrones/soretes o genios/honestos/serviciales, es un reflejo de quienes los votamos.
Un amigo mío siempre decía (y esto si es cierto) el grupo es reflejo de su dirigente, o sea, más o menos al revés. Se refería a grupos educativos juveniles, más que nada. Pero bueno, es la premisa opuesta.
Ahora: ¿y los medios?
No amplio. Solamente tiro una anécdota de hoy. En una nota de Del Potro, Clarín habla de que Juan Martín se abrió de la polémica y se fue a pescar. Entonces, en los comentarios de abajo, uno acusa a "los periodistas" de abusar de una pavada, y dice que Juan Martín es intocable.
Y abajo, justo abajo, aparece otro comentario que cito textual: "Intocable? es un puto cagon pecho frioo , no siente una mierda la camiseta argentina"
viernes, 14 de septiembre de 2012
Justicia, Seguridad, Libertad
En democracia los reclamos son válidos. Todos.
Ayer sentí cacerolas y bocinas en la Ciudad. Y el reclamo me parece bueno. Saludable. Es una (tímida, insuficiente, hasta berreta) forma de participar. Pero igual es bueno.
¿Los motivos, dicen? Ese es otro tema. Inicialmente, al menos desde la Varietè, no hace falta que tus motivos sean ciertos, válidos, justos, para protestar pacíficamente (y a las protestas no pacíficas no las justificamos por ningún motivo). Con que un grupo de gente los crea válidos alcanza.
El tema de los motivos de las protestas de ayer abre un nuevo capítulo en la polarización de las discusiones, tan de moda. Seguramente pensarán muchos que quienes no cacerolearon son, por descarte, oficialistas. Y la verdad, a quién le haga falta volver a escuchar que la realidad tiene más de dos matices, que se joda.
Si tuviera que ponerme a discernir, diría que los pedidos de "libertad" son una guarrada. Y "Seguridad" y "Justicia" son reclamos que yo escucho hace mucho en la Argentina. Y ojo: esto no implica deslindar responsabilidades en los gobiernos actuales, sino que implica volcar las que corresponden en todos nosotros. Los reclamos por la no reforma de la constitución me parecen desinformados (la Varietè no quiere más de dos períodos de NINGUN gobernante, pero la reforma podría discutirse igual, sin ese detalle). Las críticas a las estadísticas oficiales y a determinadas decisiones económicas como el cambio de divisas nos parecen correctos y absolutamente justificados.
Pero, como decimos, esto no es importante. Si alguien considera que la Argentina es hoy un país que no es ni libre, ni seguro, ni justo, tome una cacerola y arranque.
Más nos interesaría saber qué piden cuando piden libertad, cuando piden seguridad y justicia. Porque estén seguros que las personas que ayer cacerolearon bocinaron palmearon vociferaron no son, bajo ningún punto de vista, las personas que más sufren la falta de libertad, la falta de seguridad, la falta de justicia.
"Para la libertad, sangro, lucho, pervivo" ¿Cuánto han sangrado por la libertad? No San Martín. No Belgrano. Ustedes ¿Cuánto pusieron en juego para defenderla? ¿Cuánto esfuerzo real en tratar de llevar justicia a aquellos lugares que miran las cacerolas por tele en el medio del barro? ¿Saben como defender la justicia?
Los políticos tienen el deber de responder a estos reclamos, porque para eso son elegidos. Pero los ciudadanos, todos, tenemos una responsabilidad cívica, que no se translada simplemente en votar cada 24 meses. Y tampoco consiste en no recibir ni dar coimas; eso debería darse por sentado. Se trata de pensar, de educar a nuestros hijos, de participar, de conocer. Se trata de ser ciudadanos.
Por eso, el que hoy se queja porque no puede comprar dólares, el que ayer votó licuadora y terminó con los ahorros en el corralito, necesita recapacitar. No porque sus reclamos no sean justos. Sino porque no son suficientes.
EX POST: Leo en algunos lugares que hubieron insultos. Eso no es una protesta pacífica, ni es una forma de manifestarse. Para nadie.
Ayer sentí cacerolas y bocinas en la Ciudad. Y el reclamo me parece bueno. Saludable. Es una (tímida, insuficiente, hasta berreta) forma de participar. Pero igual es bueno.
¿Los motivos, dicen? Ese es otro tema. Inicialmente, al menos desde la Varietè, no hace falta que tus motivos sean ciertos, válidos, justos, para protestar pacíficamente (y a las protestas no pacíficas no las justificamos por ningún motivo). Con que un grupo de gente los crea válidos alcanza.
El tema de los motivos de las protestas de ayer abre un nuevo capítulo en la polarización de las discusiones, tan de moda. Seguramente pensarán muchos que quienes no cacerolearon son, por descarte, oficialistas. Y la verdad, a quién le haga falta volver a escuchar que la realidad tiene más de dos matices, que se joda.
Si tuviera que ponerme a discernir, diría que los pedidos de "libertad" son una guarrada. Y "Seguridad" y "Justicia" son reclamos que yo escucho hace mucho en la Argentina. Y ojo: esto no implica deslindar responsabilidades en los gobiernos actuales, sino que implica volcar las que corresponden en todos nosotros. Los reclamos por la no reforma de la constitución me parecen desinformados (la Varietè no quiere más de dos períodos de NINGUN gobernante, pero la reforma podría discutirse igual, sin ese detalle). Las críticas a las estadísticas oficiales y a determinadas decisiones económicas como el cambio de divisas nos parecen correctos y absolutamente justificados.
Pero, como decimos, esto no es importante. Si alguien considera que la Argentina es hoy un país que no es ni libre, ni seguro, ni justo, tome una cacerola y arranque.
Más nos interesaría saber qué piden cuando piden libertad, cuando piden seguridad y justicia. Porque estén seguros que las personas que ayer cacerolearon bocinaron palmearon vociferaron no son, bajo ningún punto de vista, las personas que más sufren la falta de libertad, la falta de seguridad, la falta de justicia.
"Para la libertad, sangro, lucho, pervivo" ¿Cuánto han sangrado por la libertad? No San Martín. No Belgrano. Ustedes ¿Cuánto pusieron en juego para defenderla? ¿Cuánto esfuerzo real en tratar de llevar justicia a aquellos lugares que miran las cacerolas por tele en el medio del barro? ¿Saben como defender la justicia?
Los políticos tienen el deber de responder a estos reclamos, porque para eso son elegidos. Pero los ciudadanos, todos, tenemos una responsabilidad cívica, que no se translada simplemente en votar cada 24 meses. Y tampoco consiste en no recibir ni dar coimas; eso debería darse por sentado. Se trata de pensar, de educar a nuestros hijos, de participar, de conocer. Se trata de ser ciudadanos.
Por eso, el que hoy se queja porque no puede comprar dólares, el que ayer votó licuadora y terminó con los ahorros en el corralito, necesita recapacitar. No porque sus reclamos no sean justos. Sino porque no son suficientes.
EX POST: Leo en algunos lugares que hubieron insultos. Eso no es una protesta pacífica, ni es una forma de manifestarse. Para nadie.
martes, 11 de septiembre de 2012
Nuestra libertad
Se dijo mucho sobre el 11 de septiembre.
Sobre las Torres Gemelas, mucho. Sobre los aviones, el ataque al mundo libre, la guerra contra el terrorismo, mucho se ha dicho.
Se ha dicho mucho, también, pero mucho menos, sobre nuestro 11 de septiembre.
A veces, al hablar de golpes de estado, se olvida que, independientemente de errores y aciertos, el gobierno al que se derroca es un gobierno electo. Democrático, que ganó elecciones. Que cumple un término de Gobierno, y que, de ser necesario, puede ser removido de su cargo a través de las instancias que corresponden.
A veces, en el juicio de quienes derrocan, se olvida eso.
Es comprensible. En el juicio se pone en balanza las 5, 100, 3000 u 8000 vidas que ya no están. Ante eso, pasarse la democracia por el traste es casi un adorno, un detalle.
Hoy alguna gente no recuerda nada. Muchos recuerdan como un barbudo con turbante le mostró a los Estados Unidos, por las muy malas, que en una guerra ambos bandos tienen miedo. Y quienes no lo vivieron, recuerdan alguno de los millones de videos del avionazo contra las Torres, casi en vivo, cuando el avión recién se estrellaba.
Y algunos recuerdan el discurso final de Allende, por radio; recuerdan los aviones sobre la Moneda. Y si no lo vivieron, recuerdan haberlo visto, en algún video perdido, muchos años después.
Vaya hoy nuestro recuerdo a todos los ataques a la libertad y a la autodeterminación de los pueblos.
Sobre las Torres Gemelas, mucho. Sobre los aviones, el ataque al mundo libre, la guerra contra el terrorismo, mucho se ha dicho.
Se ha dicho mucho, también, pero mucho menos, sobre nuestro 11 de septiembre.
A veces, al hablar de golpes de estado, se olvida que, independientemente de errores y aciertos, el gobierno al que se derroca es un gobierno electo. Democrático, que ganó elecciones. Que cumple un término de Gobierno, y que, de ser necesario, puede ser removido de su cargo a través de las instancias que corresponden.
A veces, en el juicio de quienes derrocan, se olvida eso.
Es comprensible. En el juicio se pone en balanza las 5, 100, 3000 u 8000 vidas que ya no están. Ante eso, pasarse la democracia por el traste es casi un adorno, un detalle.
Hoy alguna gente no recuerda nada. Muchos recuerdan como un barbudo con turbante le mostró a los Estados Unidos, por las muy malas, que en una guerra ambos bandos tienen miedo. Y quienes no lo vivieron, recuerdan alguno de los millones de videos del avionazo contra las Torres, casi en vivo, cuando el avión recién se estrellaba.
Y algunos recuerdan el discurso final de Allende, por radio; recuerdan los aviones sobre la Moneda. Y si no lo vivieron, recuerdan haberlo visto, en algún video perdido, muchos años después.
Vaya hoy nuestro recuerdo a todos los ataques a la libertad y a la autodeterminación de los pueblos.
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