El andén de la línea D en dirección Catedral, a la altura de la combinación triple entre D, B y C es el sitio más álgido a la hora de llegar a destino. Sucede que los trenes llegan, la gente se baja, y empieza a caminar en sentido contrario al de uno. Suele ser complejo.
La cosa es que hoy encontré a alguien que, como yo, se emperra en caminar en sentido contrario, se afana en mantener su rumbo, y se topetea con quienes se meten en su camino.
Venía caminando, de frente a la masa, cuando se dio de frente contra un pánfilo que venía caminando mirando la luna. Lo topeteó, y lo tiró al demonio. Intentó el empujado una queja, más mi héroe no dio lugar
Impecable
2 comentarios:
Lo bueno de caminar contra la corriente es esquivar a todos los que vienen de frente. Cualquiera te puede llevar puesto, pero no cualquiera puede esquivarlos a todos y salir de la multitud sin ser "tocado". Eso es magia.
Es una forma fantástica de verlo! Sin dudas mi próximo viaje en subte va a estar marcado por vos, quién quiera que seas. Un saludo
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