jueves, 15 de noviembre de 2007

Roto

Ella tenía los ojos colorados. Los míos no estaban mucho mejor. El café se enfriaba en la mesa, y en la vidriera la gente pasaba sin más conciencia que la de sus propios pasos.

Yo quería decirle mil cosas. Yo quería decirle que no le mentí, quería caer en todos los lugares comunes que no me iban a conformar a mi y no la iban a consolar a ella. Volver a pasar por la misma frustración, la misma escena triste de todas las películas.

Ella tomaba mi mano, y miraba los sobres de azúcar desparramados. No lloraba, pero iba a hacerlo. Las comisuras de sus labios no podían ocultar el esfuerzo por sostener las lágrimas.

En ese momento, a pesar mío, como sin quererlo mis labios dijeron:

"Tenemos que hablar".

martes, 13 de noviembre de 2007

Es nuestra culpa

Trabajo en un sótano. Todo ok, se labura bien. Simplemente establezco el dato de que trabajo... un par de metros bajo tierra. Digo esto porque, en uno de esos arranques que tiene mi memoria, tal vez como respuesta a preguntas oportunamente ignoradas, me vino a la cabeza aquella obra de Roberto Arlt, "La Isla Desierta", en la que un grupo de trabajadores asegura que las ventanas que dan al puerto son nocivas para su trabajo, que no los dejan concentrarse, y que era mejor cuando trabajaban... en el sótano. Precisamente.

Digo, es muy extraño echarle la culpa al puerto de la distracción; es como echarle la culpa a la bala de las muertes, o al sanwich del hambre que tiene uno.

Nada, una pequeña reflexión. Ojalá nunca los barcos carguen con culpas evidentemente mías.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Esta es una presentación recomendada por mi amigo Ulises Pallás.


El periodista Alejandro Córdoba presentará una investigación sobre la Masacre de Andreani, un caso de gatillo fácil ocurrido en 1996, en Avellaneda. El libro – de edición independiente – está titulado “Ratonera”. Posteriormente, habrá una charla-debate: “¿Subsiste la Maldita Policía?. Una política de seguridad democrática”.

El encuentro se desarrollará el próximo jueves 22 del corriente a las 18 hs., en el Colegio de Abogados de Lomas de Zamora, ubicado en Larroque 2360, Banfield.

Fotos II

Subió los tres escalones, y saludó "hola, Marcos", mientras el chofer, bocinazos mediante, se abría paso hacia el carril del medio. La avenida porteña se debatía entre el tráfico y los peatones, entre el viento y un sol que no terminaba de convencer.

El hombre se apoyó en el respaldo del chofer. “Damas y Caballeros, ante todo sepan disculpar las molestias ocasionadas” comenzó, un saludo que ninguno de los pasajeros necesitaba. La barba de tres días ostentaba las mismas canas que una vez tuvo la cabellera, hoy ausente. “Les presento una oferta imperdible” dijo y mostró unas agujas de coser. Las agujas Indio, a decir del vendedor las más conocidas del mercado.

“En comercios del ramo abonan no menos de $15 el juego” dijo, preámbulo de la gran oferta, y luego tiró el precio. Honestamente recuerdo haber pensado “es barato”, aunque no recuerdo la cifra.

La única respuesta fue el ruido del motor, y los gritos de la calle. Nadie lo llamo, lo cuál es válido; tal vez nadie quisiera agujas. Nadie le prestó atención; esto más grave. Pero lo más triste es la poca atención que se prestaba él mismo. Mostraba las agujas “matambrera, cochonera, más de 25 piezas” como un mensaje que fuera un texto ensayado, estudiado.

Al final, gritó “en la otra, Marcos”. Lo último que le oí decir, antes de que se cerrara la puerta, fue “Disculpe las molestias…”

viernes, 9 de noviembre de 2007

De Joaquín y del Sub

Cuando Joaquín salía de la nube negra, cuando empezaba a ser lo que nunca había sido, le respondió al Subcomandante Marcos una carta, en la que el Sub pedía una canción, y proponía un pedazo de letra. Aquí la respuesta:

"¿Dónde encontrar una excusa para tan terca mudez? Sucede que, cada vez con mayor saña, las musas se vengan de quien abusa del ripio y el do, re, mi. Qué puedo contarte a ti, que no sepas de memoria, si andas cambiando la historia con la tinta y el fusil."

"Bastaría con que en las actas chiapanecas del dolor, conste que mi corazón es una ciencia inexacta, que a regañadientes pacta, con la razón militante. Ojalá, subcomandante, al cabo de este pregón merezca tu absolución, este afónico cantante".

"Pero, elige con cuidado a quién diriges tus cartas, porque hay leyendas que infartan al ánimo más templado".

"¿Cómo puede merecer corresponsal tan bragado quien desde el mejor hotel de Cancún o de Sevilla oye hablar de la guerrilla como quien oye llover? Y, sin embargo excluido de partidos y banderas, me conmueve tu manera de no darte por vencido, de disputarle al olvido la hoguera del porvenir, de desempolvar la crin del caballo de Zapata, de matar a los que matan, de enseñarnos a vivir".

"Me encargaste una canción y por décimas te salgo, hace meses que cabalgo sobre la contradicción de restaurar la emoción, en tiempos tan iscariotes, con la mano en el escote del verso a la antigua usanza. Así hablaba Sancho Panza con mi señor Don Quijote. Por lo demás, cuídate, cuando vengan por las malas, que no te rocen las balas, que no te falte papel, ni frijoles, ni mujer, que la virgen lacandona te esconda bajo su lona. Te lo pide un gachupín que se despierta en Madrid soñando con tu persona".


La canción es "Como un dolor de muelas", y la letra la terminó Panchito Varona. Si no la escucharon, tienen una gran excusa para dejar de leer...

el Control es REMOTO

El Control Remoto existe a partir de la necesidad de "controlar remotamente" o sea desde lejos, diferentes aparatos. Quienes inauguraron esta costumbre parecen haber sido los que fabrican teles, cansados de mirar todas las películas de Sábados de Súper Acción con tal de no pararse a cambiar de canal.

Ahora bien: cómo se explica que haya personas que consideren pertinente guardar el control remoto AL LADO DE LA TV? Es imposible! Pierde el control toda su "remotidad" si se lo acerca a aquello que se quiere controlar. Para que tenga sentido, uno tiene que volver a separarlo. Por qué no, entonces, dejarlo separado?

Desde VA defendemos el derecho de los controles a mantener su condición de remotos. Y obligamos a amas de casa ávidas de orden y a esposas/novias promotoras de carpetas y centros de mesa a que dejen que los benditos aparatos de control vuelvan a su hábitat, para que de una vez por todas, ante la pregunta "Dónde está el control?" podamos decir, con confianza: "Está arriba de la mesa"

jueves, 8 de noviembre de 2007

Desde la barra

El tema "Piano Man" de Billy Joel me hizo pensar en algo que ya fue pensado (que es lo que no fue pensado aún?). Ese tipo que observa desde la barra, desde el piano, desde la mesa del rincón, a esos que son las "estrellas principales" del bar. Los actores de reparto (entre los que me incluyo) escribimos una efímera y etílica biografía de quienes dominan la escena, quienes dibujan sus sueños, quienes los atesoran, quienes los perdieron en una botella que ya está en la basura. Observamos a las mujeres desde esa vidriera que funciona más en nuestras mentes que en la realidad. Y nos acodamos en la barra y tomamos nuestra cerveza y vemos pasar la noche delante nuestro y las parejas formarse.

Y nos vamos a casa, sólos, bastante insatisfechos, pero básicamente felices.

Ya no hay más bares de esos, no?