miércoles, 10 de septiembre de 2014

Clases de yoga

Ayer fui a una clase de respiración con una profesora de yoga.

Me puse jogging, zapatillas, medias sin agujeros y me lancé a la aventura. La idea fue de mi señora, que asiste puntualmente una vez por semana, y que sugirió que sería una buena manera de colaborar con la respiración en tiempos de pre-parto.

De ninguna manera, pero de NINGUNA manera, voy a emitir un juicio de valor, ni sobre la clase, ni sobre los ejercicios, ni mucho menos sobre el yoga; cualquiera de estos tres errores sería una demostración de pedantería, insensibilidad e ignorancia. Simplemente comparto impresiones, que están más relacionadas con mis limitaciones que con la actividad que fui a hacer.
 
De entrada, debo decir que años de periodismo, o sea, de ejercer el cinismo bajo paga, han desarrollado un monstro incrédulo (sisi, monstro) que, al mejor estilo Tom y Jerry, se para en mi hombro cuando me distraigo y realiza comentarios ácidos y descreídos, corrige la gramática o la sintáxis de mi interlocutor, e impide en términos generales la concentración mínima necesaria.

Otro inconveniente (que asumo como falta de madurez) es que hay cosas que, quizás precisamente por falta de concentración, me provocan risa. Especialmente los mantras. La buena noticia es que la madurez me alcanza como para contener la carcajada.

Pero el dato más saliente que quiero remarcar es como, a diferencia de mi anterior periplo en clases de respiración pre-parto, en éste caso noté (sentí, si prefieren) que la actividad que estábamos haciéndo tenía una lógica, un nudo conductor, un "esto-si-y-esto-no". Más allá del monstro incrédulo, más allá de la risotada reprimida, le encontré a la actividad una seriedad, una consistencia. Los problemas de falta de concentración son míos. En todo caso, deberé resolverlos (poco probable) o dedicarme a otras actividades (casi seguro). Y ojo, estamos hablando de algo muy espiritual, muy "opinable". Aún más opinable que las clases de respiración del curso pre-parto.

Creo que lo que quiero decir es que si uno realmente se entrega a una actividad abre la posibilidad de que esas acciones generen cambios muy tangibles en su vida. Calculo que, para que me suceda, debería seguir insistiendo...


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