lunes, 13 de junio de 2011

Palermo Style

Se retiró Martín Palermo. En realidad, le queda un partido de visitante, pero en fin, es un trámite. Digamos que se retiró. En el camino dejó 306 goles. Un número tremendo para un tipo que no brilló más que en Boca y en Estudiantes.

Podríamos hablar de récords, de grandes momentos, de mayor o menor capacidad técnica. Podríamos mencionar peleas internas, desaguisados, malas patas. Sin embargo, no es la intención discutir a Palermo como jugador. Él mismo se encargó, con sus riquezas y sus pobrezas, de superar esa discusión.

Lo que queremos señalar desde la Varietè es que el cariño de la gente por Palermo, más allá de las alegrías futbolísticas, es el respeto que se tiene por Martín. Como tipo. Como ser humano.

Ayer en la fiesta de despedida en la Bombonera todo el mundo confirmó que Palermo es, básicamente, un buen tipo. Coherente, transparente, aplicado a su laburo y alejado de chicanas y payasadas, tan comunes en el medio. La gente se emocionaba por el Palermo persona, por el tipo que se merecía tener éxito porque es bueno, básicamente.

Estamos hablando de un héroe? No. No lo creo. Es un deportista, que ganaba suculentas sumas por su laburo. Es una de las muchas personas que se dedica a laburar sin joder a nadie. Es una de las muchas personas coherentes que hay.

Dicho de otro modo: si Palermo es héroe, muchos lo son.

Pero esto no lo desdibuja, sino que por el contrario, lo enaltece. Palermo consiguió algo en un medio en donde ser "normal" suele conseguir muy poco. No hablo simplemente del fútbol, sino del medio público, del lugar adonde se desarrollan los personajes públicos.

En ese lugar, Palermo consiguió ser de los más grandes, con humildad, respeto y coherencia. Si hizo muchos o pocos goles pasa a ser anecdótico, algo que otras vez lo enaltece, porque los goles que hizo son muchos. La grandeza de Palermo incluye, pero no está ni cerca de agotar, sus goles.

Creo que acá hay un síntoma. La gente agranda a los humildes de corazón. A los tipos falibles, que aciertan y se equivocan, pero que al final de su carrera pueden mirar a la gente a los ojos.

El anecdotario futbolístico recordará los goles de Palermo, su talento para ubicarse allí adonde rebotaba la caprichosa, su cabeza letal. Sería bueno recordar sus hazañas personales, su talento para ubicarse en la vida, su corazón indómito.

1 comentario:

Trini dijo...

A punto!
Gracias!
Te sigo y te mando un beso desde el mío (y te invito, está nuevo!)
Trini