martes, 23 de agosto de 2016

No dormir

"Lo más difícil es no dormir". Premonitoria y acertada como siempre, la frase de mi vieja me pareció, inicialmente, exagerada. Para los que necesitamos pocas horas de sueño, dormir poco no es una amenaza.

Sucede que una cosa es necesitar pocas horas de sueño, y otra distina es no tener un mínimo. Un servidor, por ejemplo, se arregla perfecto con 6 hs por día de sueño. Pero ni una menos. En cambio, hay quienes se arreglan durmiendo 5 un día, 8 al otro, 3, 7 nada, 10, y así.

Esa es la flexibilidad necesaria cuando uno tiene un niño.

Sobreviene entonces una violenta modificación en las prioridades. Quizás uno quiere mirar el próximo capítulo de su serie favorita, en la tranquilidad de la pareja, cuando el pequeño o la pequeña duerme. Quizás demorarse en la última copa de vino; charlar, aunque más no sea.

Pero el cálculo de las horas por dormir, más la posibilidad de que esas horas se recorten drásticamente, empiezan a golpear como campanadas. Y uno prefiere aprovechar, y que Netflix quede para otro momento.

Sin embargo, resta un problema. Hay niños que tienen buena tolerancia al ruido en todos sus estadios de sueño. O sea, se duermen y ya. Hay otros aún, que en la vigilia pre sueño ya son inmunes al ruido.

Los casos más notables, por otro lado, son aquellos en que el niño soporta el escape de un colectivo, un vecino gritándole a otro el gol de su equipo, e inclusive un recital de Ministry. Pero se despierta y más aún, se despabila, con el ruido sutil que los resortes de la cama hacen cuando uno se acuesta.

En estos casos, se da una situación que me gusta llamar "Misión Imposible". Las maniobras de los padres recuerdan a Tom Cruise colgando de una soga mientras Jean Renó se sopla los mocos con una mano y lo sostiene con la otra. La cara del bueno de Tom, intentando que las gotas de sudor no caigan al piso, que su temperatura corporal se mantega, todo esto sin soltar un alarido de terror, se asemejan a los padres, en la oscuridad, intentando no darse el dedo chiquito con algún mueble, con los zapatos en la mano, rogando que el piso de madera no cruja.

"Lo más difícil es no dormir". Y que lo digas.

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