En este blog, el post obligado del 7 de junio es este. Copio una nota de mi amigo Luis Faraoni. Ella nos recuerda lo berreta y antojadizo del festejo del día del periodista, de que caiga justo en esta fecha, y de como ambos datos debieron habernos servido de anticipo de lo que iba a ser nuestro laburo.
Quizás la sigo recordando porque fue la primera vez que alguien, en términos tan claros, me anticipó cuán maravillosamente fregado estaba.
La profesión me dio muchos amigos. En algún momento, casi todos la pasaron mal en su laburo. O no tuvieron laburo. O no lo tienen. O se reconvirtieron y son otra cosa, como si la vocación fuese desmontable. Como el corderito de las camperas de los '80.
Desde siempre escucho leit motifs entre mis colegas amigos: Utpba traidora, duermo en la redacción, me censuraron, Ministerio de Trabajo, tengo 6 kioscos, nadie respeta el estatuto. Amigos que laburaron en muchos medios, algunos tienen mi edad de experiencia, pero los temas se repiten.
Hoy hay varios compañeros sin laburo. Y muchísimos más que vienen de años sub empleados, cobrando como pueden, cuando pueden, y haciendo malabares. Imaginen un médico que cobre la consulta a 60 días. Difícil, ¿no?
Y sin embargo, recorriendo las redes sociales leo, a pesar de todo esto, a compañeros que recuerdan a sus maestros. A quienes los empujaron a esta profesión. Los leo agradecidos, esperanzados. Cínicos, claro, que si no no seríamos periodistas. Pero levantando la frente.
Los que luchan. Los que se autogestionan. Los que no se autocensuran. Los que van para adelante.
Me cuesta meterme en ese grupo. Soy un empleado con la panza llena. Pero, en un punto, me siento parte. Por debatir un título. Por editar, en mi cabeza, las notas que leo, una práctica automática que no puedo sacarme. Por este blog, que es lo que tengo por ahora. Por no censurarme ni traicionarme. Por algún proyecto que anda dando vueltas...
Yo también les agradezco. A los que me empujaron para este lado. A los que lo recorrieron y lo recorren conmigo. A los que, desde pequeños lugares, le dan a esta profesión un lustre que, en muchas otras, ya está gastado. ( A medida que envejezco me enchotezco, ustedes disculpen).
Y los invito, para cerrar, a no olvidarnos de que la única forma en la que vamos a poder trabajar para una prensa independiente, inteligente, libre y de calidad, es cuando todos tengamos laburos dignos y hayamos roto el esquema que nos pone a los laburantes al pié del cañón.
A todos ustedes, geniales cagatintas, Feliz Día.
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