lunes, 6 de abril de 2015

Movimiento por la Independencia

El planeta era la Tierra. El continente, el país, no vienen al caso. La ciudad, sólo podemos decir, era grande. Una megalópolis, de esas que albergan a más gente de la conveniente.

Semejante infierno de modernidad nunca está sereno. Sin embargo, este callejón, en este rincón sucio, estaba solitario, silencioso. Galpones que durante el día veían el trajinar de obreros y camiones se erguían ahora, imponentes, callados, sombríos. Un olor agridulce de basura crecía en las veredas. Llovía.

Un callejón terminaba en una puerta. Cualquiera que conociera el barrio diría que ése recoveco no existía. Aún los más antiguos vecinos no lo recordaban. Como si estuviera, pero no estuviera.

Un perro caminaba por la calle olisqueando la basura. Estaba empapado y parecia callejero, pero no lucía desnutrido, y el pelaje era parejo y reluciente a pesar del agua. El perro parecía distraído, pero cuando llegó al callejón entró y se dirigió a la puerta al final sin dudarlo. Como si hubiera estado disimulando.

Cuando llegó, levantó una pata y golpeó.

 - Llega tarde, concejal
 - Disculpen. Pensé que me seguían.


El recién llegado y su anfitrión bajaron una escalera empinada, y llegaron a un subsuelo. Abrieron una puerta e ingresaron a una sala fuertemente iluminada. El olor a pelo mojado hubiese sido intolerable para un ser humano, pero para los presentes era sólo una noche lluviosa más.

 - Llegó el concejal Marcel, podemos empezar, camaradas.

La habitación tenía platos con alimento balanceado y bowls con agua. Adentro, más de 50 perros de todas las razas conversaban casualmente a la espera de la reunión.

No se trataba de una reunión más. El capítulo de la Hermandad Perruna de esta ciudad era fundamental, ya que el tema a tratar era el que, una vez cada 25 años, se trataba en todos los capítulos de la Hermandad: la Independencia.

No quiero confundirlos. Existen evidencias de que los perros convivían con los humanos desde hace ya 12.000 años por lo menos, y que la "domesticación" de los perros fue en realidad una adaptación espontánea de estos a la vida humana. Lo que no se sabe, y la Hermandad pugna por mantener oculto, es que esa adaptación fue una decisión calculada de los primeros perros. Y que el calculo se repite, desde entonces, cada 25 años. Claro, al principio las reuniones eran menos regulares, menos organizadas, pero de a poco la HP fue considerando necesario organizarse, reclutar nuevos hermanos, y abrir nuevos capítulos en las diferentes ciudades. Se cree que el primer capítulo existió en África, junto con el estallido de las razas "homo", que luego poblaron la Tierra.

 - La sesión entra en orden. Los temas a tratar serán mencionados por el secretario del Capítulo, concejal Simón - dijo un pastor alemán de gran porte, y señaló al anfitrión, un terrier petiso y con mirada intensa.

 - Gracias, presidente Rolph - dijo el secretario, y prosiguió - los temas son el aumento de camaradas sin hogar, la resistencia a las prendas de vestir, y el más importante: la renovación del Acuerdo de Convivencia versus su destrucción y la adopción de un Movimiento de Independencia - terminó de decir esta frase y el pelo en los lomos de los presentes se erizó. La sola mención de esa frase causaba ansiedad, miedo.

La decisión de incorporarse a los primeros asentamientos humanos no se logró sin disenso. La mayoría de los perros entendió que un enfrentamiento con los primeros hombres hubiese significado la desaparición de la subespecie, y muy posiblemente de otras especies asociadas. Se optó entonces por un movimiento coordinado seducción, en el cuál el perro pasaría a ser "el mejor amigo del hombre" y su permanencia sobre la faz de la tierra estaría garantizada por esa relación de amistad.

Quienes se opusieron (lobos, perros salvajes) entendieron que esa sumisión era demasiado, y preferían extinguir a la especie entera antes que relegarse a una posición inferior. Obviamente, su postura fue desatendida, y hoy permanecen como marginales, siempre acechados por escopetas y carabinas.

Sin embargo, dentro mismo de la HP existen tendencias separatistas, e incluso hay concejales en varios capítulos a lo largo del mundo que sostienen la necesidad de rebelarse contra la autoridad humana, con planes que van desde la ocupación de bosques y selvas hasta la invasión de ciudades mismas. Varios tienen incluso mapas y planos de "Canipolis", la ciudad de los perros.

El concejal Marcel, un ovejero belga, estaba realizando una cerrada defensa del derecho de los perros a recurrir exclusivamente a su pelaje para protegerse.

 - En síntesis, debemos resistir serena pero firmemente el uso de ropas diseñadas para humanos y adaptadas a las características físicas de los canes, ya que degradan nuestra capacidad de adaptación, demostrada por milenios de supervivencia. Muchas Gracias.

 - Muchas Gracias, concejal Marcel. Pasamos ahora al siguiente y, si se me permite la adjetivación, más crucial de los temas en agenda: La Independencia - el presidente Rolph era un político brillante, y solía utilizar su posición de poder para sesgar el debate en los temas que le interesaban. La verdad es que las remeritas que las señoras acomodadas les pusieran a sus caniches toy le tenían sin cuidado, pero el Movimiento de Independencia era fundamental y Rolph, con 7 años y una cómoda casa en las afueras, no estaba dispuesto a que los independentistas, liderados por Ian, un joven terrier irlandés, le arrebataran sus siestas en el parque.

(Continuará)

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