jueves, 26 de septiembre de 2013

Maleducados

Como siempre, serán estas reflexiones desordenadas respecto de, en éste caso, las tomas de colegios secundarios por parte de sus alumnos. No soy docente, aunque lo fui por un tiempo.

Creo que lo que es más importante de destacar es que quienes toman escuelas lo hacen, intuyo en su mayoría, porque suponen que es un camino para mejorar la educación, que hoy (coincidiremos) está muy desmejorada, por decir poco. Los pibes suponen que la modificación de los planes de estudios les va a quitar herramientas para el futuro, y se rebelan contra eso.

Esto marca una dolorosa comparación con el resto de nosotros, que como mínimo permitimos que la educación desmejorara lenta y sostenidamente. Como contraste marco al gremio docente, duro a la hora de parar por mejores salarios (y con derecho), pero no tanto a la hora de plantarse frente a desmejoramientos curriculares, infraestructurales y de otras índoles, que ellos sufren de primera mano.

Los pibes tienen poquísimas chances de ganar en las tomas. La opinión pública mayoritariamente no los avala, o empieza avalando pero luego se hincha las pelotas. Muchos pierden clases que tienen que recuperar a los postres, pierden instancias de recuperación y repiten. Y la verdad es que lo más probable es que no puedan cambiar demasiado. Aún así, muestran que la sistemática pauperización de la escuela no les es indiferente. Creo que eso es valioso.

El método: si, no es muy copado. Los chicos hacen asambleas, permiten la participación, y deciden en base a eso. De hecho, en algunos colegios se rechazó la toma. Eso no es militancia, es civismo. Uno puede militar o no, pero los deberes cívicos de participación no son, a criterio de esta página, optativos. No participar es una posición. Para decirlo más claro: si querés que haya clase, andá a la asamblea y votá que se levante la toma. Esta es una actitud educativa, porque elegir lo que querés que pase empieza en el secundario y dura hasta que te entierran. Si no sos sujeto, alpiste.

Aún así, el método es chocante. Pero no creo que ningún otro método les de la visibilidad que les da este. Y repito: los docentes cortan las clases en febrero, para negociar salarios. Estos chicos cortan por tener lo que ellos creen es una mejor educación.

El vandalismo en la iglesia es un papelón. Es una actitud que, por lo que se sabe hasta acá, es minoritaria, e inclusive tanto el rector como los alumnos de la asamblea la repudiaron. Siempre hay gente que no capta los alcances de las medidas. Las consignas más unificadoras siempre tienen gente que no entiende. Los que vandalizaron deberían ser expulsados de la Asamblea y del Colegio. Y no tiene que ver con la iglesia. Si hubiesen vandalizado un almacén también deberían ser expulsados.

Polémico: creemos que el estudiante secundario promedio vería difícil opinar sobre una ley nacional. No es por prejuzgar, simplemente se trata de lo que uno vió. Hay pibes muy capaces, con mucha información, pero no creo que sean los más, justamente porque el empobrecimiento educativo llevó a esas carencias.

Esto debería interpelar a quienes tienen al frente a las carteras de educación, y a los ciudadanos todos: ¿chicos del secundario se están dando cuenta de que las cosas así no van, y nosotros no? ¿Adolescentes nos interpelan por nuestra manera de encarar y defender la educación?

Creo que el debate por la educación es urgente. El daño hecho hasta acá es profundísimo, y se está agravando. Y no está relacionado exclusivamente con el dinero que se asigna en el presupuesto anual, sino con los modos en que ese presupuesto se ejecuta, con el sistema detrás, con la articulación que hay entre los niveles educativos y la sociedad, con el respeto por los docentes, con el respeto a las particularidades educativas de cara región, y una larga lista de etcéteras.

Las tomas son síntomas de una crisis. Sería momento de aprender de ella.


EX POST: el gran periodista Diego Rojas publica un racconto pormenorizado de lo que fueron las agresiones en la Iglesia de Loyola, que exculpa a los pibes de las tomas. Eso, no más.

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